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Actualizado: 11 de julio de 2025


Pues no dijo Quevedo , ella es muy capaz de engañar á ese imbécil de don Fernando de Castro, ó lo que es peor, de hacerle consentir en un convenio vergonzoso, como si lo viera; después de una hora de conversación con su marido, volverá para tenerme al lado y no separarse de en una eternidad; si no aprovecho esta coyuntura, largo cautiverio me espera, y don Juan... y mi proyecto... perder por una mujer... ¡ah! ¡no! ¡Quevedo! ¡muy poco valdrás y merecerás todo cuanto te suceda si no logras escaparte!

Todo esto sabía Felisa: tal era el vergonzoso origen que no quería confesar a su novio. Además, por testimonio de gentes que la conocieron y por retratos que se conservaban, sabía también que físicamente se parecía a su madre cuanto una mujer puede parecerse a otra.

La inesperada resolución y repentina desaparición de Mabel eran de enloquecer, y el misterio de su carta, inescrutable. Si, en realidad, temía que pudiera ser revelado algún hecho vergonzoso y desagradable, debía haber tenido suficiente confianza en y haberme hecho su confidente.

Benina reforzó su argumentación diciéndole: «Y puesto que es el niño tan vergonzoso, y no se atreve con su patrona, ni aun dándole a cuenta la cantidá, yo le hablaré a Bernarda, yo le diré que no le riña, ni le apure... Vamos, tome lo que le doy, y no me fría más la sangre, Sr. D. Frasquito».

Dejó caer la cabeza, vergonzoso. Vamos por partes. , de seguro, no sabes quién es la mujer a quien adora el desmandado don Pedrito. Apolonio denegó con la cabeza. ¿Qué has de saber , si no vives en la tierra? Ni sospecha tendrás. Nueva denegación. Pues chico, te lo voy a decir yo: es la hija de Belarmino. ¡Eso no, eso no!

Y sentado junto a ella estaba Maltrana, el heroico Maltrana, expresándose con vehementes gesticulaciones, echando el busto hacia adelante, cual si la muchacha tirase de él con magnética fuerza. Al ver a su amigo, mostró Isidro cierta turbación, se cortó su verbosidad, lo mismo que si acabara de sorprenderle en algo vergonzoso.

No acierto, con todo, a divorciarme de ella. Soy de ella. Soy tuyo sin remedio. El vergonzoso y duro desengaño no mata el amor de mi corazón al derribar todo el edificio filosófico que con tanto afán y arrogancia había yo levantado. Se me figura que cae sobre el justo castigo de la soberbia del espíritu.

Sería engañar a Dios, engañar al Magistral pensar en ese hombre ni un solo instante, ni siquiera para compadecerle.... ¡Oh! ¡qué hipócrita, qué gazmoña miserable sería yo si tal hiciera! ¡Qué romanticismo del género más ridículo y repugnante sería el mío, si después de tanta piedad que yo creí profunda, vocación de mi vida en adelante, volviera una pasión prohibida a enroscarse en el corazón, o en la carne, o donde sea!... ¡No, no! ¡Ridículo, villano, infame, vergonzoso, además de criminal! ¡Mil veces no!

A otros los he visto caer asesinados cuando mostraban una confianza majestuosa igual á la de los dioses inmortales. He insultado á hombres que no conocía, para servir con ello á hombres que despreciaba por conocerlos demasiado. ¿Que mi oficio es vergonzoso?... Soy el primero en confesarlo.

Vendría Serafina, y mientras Minghetti y Emma continuaban sus lecciones interminables, ellos dos, Serafina y él, en el cenador de la huerta, ¡oh miseria!, ¡oh vergonzoso oprobio!, serían, como siempre, amantes; amantes de costumbre, sin la disculpa, aunque de poca fuerza, disculpa al fin, de la ceguedad de la pasión; amantes por el hábito, por la facilidad, por el pecado mismo....

Palabra del Dia

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