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Actualizado: 19 de junio de 2025


, Padre; hay algo que les obliga, y ese algo es el mismo gobierno, son ustedes mismos que se burlan sin compasion del indio no instruido y le niegan sus derechos, fundándose en que es ignorante. ¡Ustedes le desnudan y luego se burlan de sus vergüenzas! El P. Fernandez no contestó; siguió paseándose pero febrilmente, como muy excitado.

18 Así hizo patentes sus fornicaciones, y descubrió sus vergüenzas; por lo cual mi alma se hartó de ella, como se había ya hartado mi alma de su hermana. 21 Así tornaste a la memoria la suciedad de tu juventud, cuando estrujaron tus pechos en Egipto por los pechos de tu mocedad.

Ella le había hecho hombre, a costa de sacrificios, de vergüenzas de que él no sabía ni la mitad, de vigilias, de sudores, de cálculos, de paciencia, de astucia, de energía y de pecados sórdidos; por consiguiente no pedía mucho si pedía intereses al resultado de sus esfuerzos, al Provisor de Vetusta.

Extremaré mi cariño pa que no creas que queda en ningún recuerdo amargo. Todo pasó. Don Fernando tié razón. Las vergüenzas del cuerpo representan muy poco... El amor es lo que importa; lo demás son preocupaciones de animales. ¿Tu corazoncito es mío? pues ya lo tengo todo... ¡María de la ! ¡Compañerita del arma! Vamos a marchar de cara al sol: ahora nacemos de veras; hoy empieza nuestro amor.

Su madre era una tramposa capaz de todos los enredos y vergüenzas para conservar el falso oropel de su vida; su madre despreciaba las murmuraciones que herían hondamente el honor de la familia; dejaba a las hijas que se arrojasen en el peligro, arrastradas por la desesperada audacia de cazar un novio, y al final se entregaba como una perdida en brazos de un amigo de su esposo, se vendía infamemente cuando estaba próxima a la vejez, manchando todo su pasado, por una necesidad del orgullo. ¿Qué era, pues, lo que quedaba a aquella mujer?

Pero ahora prosiguió Cosme, ahora, ¿quién es el que se casaría con ella a no estar loco?... Los pobres estamos debajo, y tenemos que sufrir estas vergüenzas.

Era un antiguo episodio del desastre de los Gelves. Hablaba despacio, con acento semejante al son de un atambor destemplado, y más de una vez sus ojos se humedecieron al recordar las vergüenzas de aquella jornada. Describía el desorden y la fuga de las naves cristianas al presentarse de improviso la armada turquesca.

Mira, Tono, no hay cosa que más me guste que decirles por lo bajo a todas las sin vergüenzas que pasean por el Retiro: "¡Andad, andad, hambronas, que si a se me antoja os puedo enterrar en billetes de Banco!..." ¿Verdá , salao? "¡Malísimo!" volvió a decir el duque en su interior; y en voz alta: Algunos hay, preciosa; algunos hay en casa.

Eran hombres ocupados en algo más importante que balbucear deseos al paso de una hembra. La vida les había impuesto una obligación y la cumplían severamente, sin conocer arrepentimientos ni vergüenzas. El trabajo disciplinado por la responsabilidad se le apareció como la función más noble y envidiable.

Tendió la vista por la sala y pudo contemplar, desde luego, el Madrid heterogéneo de siempre, en que la virtud y el vicio se mezclan en amigable consorcio, representando la historia eterna de la manzana podrida que comunica a las sanas su podredumbre y sus gusanos, sin tomar de ellas ni el sabor exquisito, ni la fragancia saludable; la indecorosa y dañina mescolanza de grandes nombres y grandes vergüenzas, honras sin tacha y reputaciones escandalosas, revestidas todas con el mismo brillante barniz de formas elegantísimas, barajadas y confundidas por el mismo apetito ciego de placeres, por los mismos impulsos necios de vanidad, por el mismo afán irresistible de sacudir el ocio, de distraer el tedio, espantosa y continua tentación de los grandes y de los ricos, que les arrastra a todas sus extravagancias y les lleva a todos sus extravíos.

Palabra del Dia

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