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Actualizado: 7 de junio de 2025
Y me dijo: Estas son las verdaderas palabras de Dios. 10 Y yo me postré a sus pies para adorarle. Y él me dijo: Mira que no lo hagas; yo soy siervo contigo, y con tus hermanos que tienen el testimonio de Jesús; adora a Dios, porque el testimonio de Jesús es el espíritu de profecía.
Don Quijote le comunicó su pensamiento, y le rogó preguntase luego a su mono le dijese si ciertas cosas que había pasado en la cueva de Montesinos habían sido soñadas o verdaderas; porque a él le parecía que tenían de todo.
Esta regla consta, porque debiendo el consiguiente estar incluido en las premisas, si estas son verdaderas debe ser verdadero, y si son falsas falso: ni es otra cosa la conseqüencia, sino la necesaria conexîon con que el consiguiente está embebido en los antecedentes; y no pudiendo una misma proposicion ser verdadera y falsa, tampoco podrá ser falso un consiguiente que está comprehendido en premisas verdaderas, y al contrario.
Una mujer puede amar mucho a su marido prosiguió el pintor , pero llega un momento en que sin darse ella misma cuenta, por un impulso vivo pero fugaz de su naturaleza se entrega a otro hombre. ¿Quién no tiene en el mundo caprichos? ¿Quién no siente estos impulsos inconscientes de su naturaleza? ¿Qué tiene que partir con ellos nuestra alma ni nuestras verdaderas y profundas afecciones?
Y empezó á leerla, al mismo que una sonrisa parecía aclarar su rostro. Sin embargo, la carta era melancólica, terminando con quejas dulces y resignadas, verdaderas quejas de madre. Mientras iba leyendo, vió con su imaginación el antiguo palacio de los Torrebianca, allá en Toscana, un edificio enorme y ruinoso circundado de jardines.
Lo que mas hace á nuestro asunto, es entender el modo como hemos de portarnos, para que nuestras nociones sean siempre verdaderas. Dos máxîmas ha de guardar el que quiere conseguirlo. La una es: no dar asenso, ó disenso á ninguna proposicion, de quien no veamos claramente la conformidad que tiene con las cosas en que consiste la verdad real.
Las verdaderas corridas de toros llegaron muy tarde, cuando ya íbamos de capa caída. Si en tiempos de Felipe II hubiesen tenido la misma importancia que hoy, aún quedarían plazas abiertas en muchos países de Europa... ¡Que no me hablen de los extranjeros!
Lugar oportuno es este de advertir, que, según todas las probabilidades, ya durante el siglo XII ó quizá antes, merced á representaciones dramáticas verdaderas, se habían desarrollado ciertas producciones aisladas, más ó menos semejantes á dramas, las historias dialogadas y mímicas de los juglares, los cánticos religiosos alternados y los bailes pantomímicos.
A sus delirios seguían comúnmente días de recogimiento solitario en la casa, derroche de lágrimas y suspiros, protestas de enmienda, acompañadas de un febril besuqueo de las caras de las dos madres burladas... El blando corazón de estas, engañado por tan bonitas demostraciones, se dejaba adormecer en la confianza cómoda y fácil, hasta que, de improviso, del fondo de aquellas zalamerías, verdaderas o falsas, saltaba el ladronzuelo, como diablillo de trampa en el centro de una caja de dulces, y... otra vez el muchacho a sus correrías infames, y las pobres mujeres a su desesperación.
Estaba seguro de que opinaba como yo, ella que era prototipo de prudencia, de rectitud, de sinceridad, y no obstante vacilaba en darme la razón porque se preguntaba, sin duda, si cuando yo decía muchas cosas verdaderas no ocultaba alguna.
Palabra del Dia
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