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Los barones están ya cansados de esperarle. EL CONDE. ¿Dónde está, pues, vuestro duque? ¿Acaso la turba de bandidos que, pisoteando el honor caballeresco, se atreve a blandir los aceros en nuestro castillo, pretende reemplazarle? En tal caso, me veré obligado a decirle al emperador: «Son demasiados prometidos para mi hijaVALDEMAR. A vos, conde, os toca decir dónde está el duque.

Allí vio él visiones hermosas y apacibles, y yo veré aquí, a lo que creo, sapos y culebras. ¡Desdichado de , y en qué han parado mis locuras y fantasías!

-Eso me basta a -respondió don Quijote- para que crea vuestro engaño; empero, para sacaros dél de todo punto, vengan nuestros caballos; que, en menos tiempo que el que tardárades en alzaros la visera, si Dios, si mi señora y mi brazo me valen, veré yo vuestro rostro, y vos veréis que no soy yo el vencido don Quijote que pensáis.

Esto es una urna velada por el impalpable crespon de todos los siglos. ¿Quién sabe el voto que en esa urna misteriosa depositará un dia la Providencia! No lo verás , se me dice. lo veré; lo veré en ese sentimiento que me hace infinito, profesando amor á los hombres; en ese sentimiento que me hace inmortal esperando en la ley de Dios. Lo veré, , lo veré, lo veo hoy, lo ve mi esperanza.

Hay una simpatía oculta que me lo hará conocer. Le veré temblar. Yo mismo al verle, me sentiré estremecer de repente y sin saber por qué. Tarde ó temprano, tiene que ser mío. Los ojos del médico, fijos en el rostro de Ester, brillaron con tal intensidad, que ésta se llevó las manos al corazón como temiendo que pudiese descubrir allí el secreto en aquel momento mismo.

Ya tienes tu ramo de helechos y manzanilla atravesado en el pecho, como la banda de una gran cruz, y tu manojito en el pelo, y tu ramillete en la mano. ¿Y después? Después, y también antes, de rato en rato, veré lo que va dibujando Leto, y cómo cazan ustedes... hasta que llegue la comida, que de seguro llegará mucho antes de que pueda yo empezar a aburrirme.

Watson preguntó á Robledo si les acompañaba á la Opera. No; voy haciéndome viejo, y me molesta ponerme de frac y guantes blancos para escuchar música. Prefiero quedarme en el hotel. Veré cómo acuestan á Carlitos... Le he prometido un cuento.

Sólo tuvo un secreto para , el del origen de su fortuna. Siempre se negó a decírmelo. Parto directamente para Florencia, y veré de descubrir todo lo que pueda antes que los abogados le notifiquen a este misterioso individuo el fallecimiento de su papá le dije. Puede ser que consiga saber algo que nos sea de mucho beneficio en el porvenir.

Tampoco: a nadie, a nadie... De nuevo volvió a insinuar Kate con mucha delicadeza: El señorito volverá hoy del colegio... ¡Es verdad!... ¡Pobre Paquito!... Y querrá ver a la señora... No, no... que se entretenga con Lilí... Mañana lo veré... ¡Tengo una jaqueca horrible!

[Nota d: Verè ac summo doctissimorum hominum consensu hoc dico: praecipua Logices decreta non