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Actualizado: 15 de octubre de 2025


Por lo común, una de las causas de que se hable y se murmure es el propio deseo del galán, quien suele desear que se diga lo que es y aun lo que no es, y a veces finge que disimula con tan contraria habilidad, que más bien descubre o hace sospechar misterios y aun venturas que quizá no ha logrado.

De tarde en tarde nos escribíamos mi hermano y yo, y de este modo supo él mis venturas y desventuras, y yo tu nacimiento y el de tu hermana, el casamiento de ésta después con un americano rico que se la llevó a su tierra, la muerte de tu madre y los rumbos que tomabas con los libros de las aulas, según ibas esponjándote y haciéndote hombre.

-A eso puedo decir -respondió don Quijote- que Dulcinea es hija de sus obras, y que las virtudes adoban la sangre, y que en más se ha de estimar y tener un humilde virtuoso que un vicioso levantado; cuanto más, que Dulcinea tiene un jirón que la puede llevar a ser reina de corona y ceptro; que el merecimiento de una mujer hermosa y virtuosa a hacer mayores milagros se estiende, y, aunque no formalmente, virtualmente tiene en encerradas mayores venturas.

El cansancio me tenía rendido; el estropeo del viaje en la malhadada diligencia me había magullado de pies a cabeza, y principié a sentir el desmayo precursor del sueño. A los diez y siete años siempre se duerme bien. Ni tristezas domésticas ni el recuerdo de venturas desvanecidas nos quitan el sueño.

Su delito le daba horror y no quería volver a verle ni hablarle en la vida; pero le amaba aún con cariño de hermana y presentía que ello acibararía con algo como remordimiento las mayores venturas que pudiera alcanzar no evitaba que Antoñuelo fuera procesado, deshonrado públicamente y condenado a presidio.

Ya en tu cielo brillando el claro y nuevo día, respirando venturas, amor y libertad, de los que caído hubieren en la noche sombría no te olvides, que aun bajo la humilde tumba fría se sentirán felices por tu felicidad.

Cuando éste decía: «Buenas noches, señorito Octavio», dejaba escapar un suspiro de satisfacción al verse reconocido y murmuraba: «Es una temeridad andar á estas horas solo por tales sitios: ¡no me vendré otro día sin un arma!». El acuerdo jamás llegaba á cumplirse, y seguía yendo y viniendo de Vegalora á la Segada totalmente inerme y á merced de todos los riesgos y venturas.

Los esposos iban sentados en el testero; los asientos delanteros iban vacíos. Entrambos iban silenciosos y pensativos. De repente una voz muy conocida, dijo al lacayo que guiaba á la mula delantera: ¡Eh, conductor de venturas! ¡para, para, que la desdicha te lo manda! El lacayo paró. Una cabeza asomó á la portezuela, y una mano tocó á los cristales. Don Juan abrió la portezuela.

Si usted no valiese ya mucho y si no prometiese más de lo que ya vale, no me mostraría yo severo. Demos por seguro que no hay bien, ventura, ni goce mayor que el de los amores; pero ¿todo bien, todo goce es para referido ó representado estéticamente por lo sublime? Esta es la cuestión. Este es el error del naturalismo; error que se ve más claro aún en las desventuras que en las venturas.

Contra la sentencia del Dante, tan a menudo citada, no siempre es doloroso, sino sabroso y dulce, el recuerdo de la edad feliz, de los amores juveniles y de los triunfos y venturas que entonces se lograron. Doña Beatriz, en su vejez y en su aislamiento, se sintió consolada al ver y al hablar a su glorioso deudo. Animada fue la conversación que con él tuvo.

Palabra del Dia

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