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Actualizado: 22 de mayo de 2025
A principios de este siglo, pasó a ser propiedad del Infante don Luis, que lo compró acaso para su palacio de Boadilla; heredolo su hija doña María Luisa de Borbón, esposa de Godoy, y en 1808 se lo llevaron los franceses. En 1814 fue devuelto a la Condesa de Chinchón, hija y heredera del Príncipe de la Paz, la cual doce años después quiso venderlo en París con otros cuadros.
Cuando hacemos ciertas reflexiones y consideramos algunas eminencias, no podemos menos de recordar una célebre frase de un chispeante escritor: decía este, refiriéndose á un amigo suyo, que el mejor negocio que podía hacerse, sería comprarlo por lo que valía, y luego venderlo por lo que él se creía valer; á ser posible semejante transacción mercantil, la pondríamos en planta en Filipinas, en donde mejor que en parte alguna se habían de encontrar productivas facturas.
Metiose en un negocio de pescado, uniéndose a cierto individuo que lo recibía en comisión para venderlo al por mayor por seretas de fresco y barriles de escabeche en la misma estación o en la plaza de la Cebada; pero en los primeros meses surgieron tales desavenencias con el socio, que Juan Pablo abandonó la pesca y se dedicó a viajante de comercio.
Los dos hombres examinaron el cuadro con cuidado, hablaron en secreto algunos minutos y después el comprador dijo al prendero: 40 Doy cuarenta mil reales por el cuadro y cuatro mil reales para Vd., si quiere venderlo. Caballero, dijo el prendero si quiere Vd. volver mañana, tal vez pueda yo vender el cuadro; pero ahora no puedo prometer nada. 45
El caballero lo volvió a examinar y dijo: Le ofrezco cien duros además del precio del cuadro si quiere Vd. venderlo. Ya he dicho que no puedo venderlo, pues no es mío. 35 El caballero se marchó y después de algunos minutos volvió con otro hombre. Dijo que éste era pintor.
Y Raguet le contestaba, meneando la cabeza y como si él hubiera contribuido en la compra: Me temo que hayamos hecho un mal negocio con el animalucho. ¿Por qué no lo vendemos? Catalina sabía que venderlo era dejar la suma casi íntegra en las manos de ese disipado de Raguet; además, ella no desesperaba de amaestrar a Cónsul, y hasta le tenía algún afecto... Por eso respondía: Tengamos paciencia.
Pues bien, para deciros la verdad continuó Bryce , después de cerrado el trato se me ocurrió la idea de que vuestro hermano había podido montar el caballo para venderlo sin que vos lo supierais, porque no creí que fuera suyo. Yo sabía que maese Dunsey hacía de las suyas algunas veces. Pero, ¿adónde puede haber ido? No se lo ha vuelto a ver en Batterley.
Puedes venderlo, si quieres, o puedes conservarlo para guardar la casa. Es un animal fiel. Te servirá de gran consuelo. 15 El lugareño se murió. La mujer quería obedecer a su marido. Una mañana cogió el caballo y el perro y los llevó a la feria. ¿Cuánto quiere Vd. por ese caballo? preguntó un hombre. 20 Quiero vender el caballo y el perro juntos, respondió la mujer.
Juan solía tener por temporadas un faetón o un tílburi, que guiaba muy bien, y también tenía caballo de silla; mas le picaba tanto la comezón de la variedad que a poco de montar un caballo, ya empezaba a encontrarle defectos y quería venderlo para comprar otro.
Enterado el Duque de Villahermosa, nuestro embajador, entabló negociaciones consintiendo la Condesa en venderlo a España por 28.000 reales, aunque se había tasado en 20.000 francos.
Palabra del Dia
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