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En otros sitios se introducía el mar tierra adentro, formando hermosas ensenadas con paseos frondosos y blancos palacios en sus bordes. Desde el buque alcanzábase a ver el paso veloz de los automóviles por estas riberas.

Con la rapidez con que se ven en el día de hoy desfilar los palos del telégrafo por las ventanillas de un tren, así vió pasar el rey Buby ante sus ojos, en su veloz carrera, el pavoroso cuadro de aquella cocina... Al calorcito de la lumbre oculta bajo el rescoldo dormía el temido D. Gaiferos, gatazo enorme, cartujano, cuyos erizados bigotes subían y bajaban al compás de su pausada respiración...

Corre y salta veloz y diligente: Asì como le hirieren echa el ceño, Y entùrbiase el espejo de repente: Pues para que el Carbunclo de algo preste En vida el espejuelo sacan de este.

Con Orvion, Minuesa, y tambien Tera Cuyas aguas las mias acrecientan, He llenado mi seno en tal manera, Que los usados margenes rebientan; Mas sin temor de mi veloz carrera, Qual si fuera un arroyo, veo que intentan De hacer lo que , España, nunca veas, Sobre mis aguas, torres y trincheas.

Damián la ha traído... El señor marqués ha estado todo el día esperando esa carta, y dejó dicho que en cuanto viniera se la llevaran al Veloz... Damián fue allí y el señor marqués había ya salido; tomó entonces un coche y la trajo aquí corriendo. Currita quedóse un instante muy pensativa y dijo al cabo: ¿Y el señor marqués no ha venido? No ha venido todavía.

Difiere de él en tener las patas más largas, el cuello más grueso, el hocico algo caído y los ojos pequeñísimos. Es mucho más veloz que él en la carrera, circunstancia a que debe sin duda el calificativo de ciervo, que forma la segunda parte del nombre con que lo designan los malayos.

Una maniobra del Goethe lo dejó a un lado, y entonces apareció visible de proa a popa, con su casco férreo pintado de verde, agudo y veloz, y el velamen de sus cinco mástiles, amplio, enorme: un bosque de hojas de lona con nervios de acero, que recogía la menor brisa, vibrando y encabritándose bajo su soplo. Algunos pasajeros que bajaban del puente transmitían las noticias del telegrafista.

Y le envidian al triste viajero cuando cruza la tierra veloz... ¡Ay! ¡no saben que dentro del alma existe un vacío do falta el amor! Volverá el peregrino a su patria, y a sus lares tal vez volverá, y hallará por doquier nieve y ruina, amores perdidos, sepulcros, no más.

De pronto sonaba un alarido de terror, prolongado, estridente, que parecía subir hasta el cielo; una exclamación miedosa y jadeante, que hacía ver miles de cabezas tendidas y pálidas por la emoción siguiendo la veloz carrera del toro, que le iba a los alcances a un hombre... hasta que se cortaba instantáneamente el grito, restableciéndose la calma. Había pasado el peligro.

La campana del reloj de San Marcos tiene grabada una inscripción latina que traducida al castellano, dice: «Nada hay más veloz que el tiempo y para que no se malgaste, señala o insigne Sevilla, á tus moradores las horas. El Senado y el pueblo de Sevilla, cuidó de construir este reloj con sus caudales, para el bien público, el año de Cristo Salvador de 1553