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Actualizado: 9 de noviembre de 2025
Onofre José Cortés, Soltero, hijo de Rafael José Cortés, difunto, y de Isabel Cortés, alias Moianeta, negociante de oficio, natural y vecino de esta Ciudad, de edad de veinticinco años, fue preso por crimen de judaismo. Salió al Auto en forma de penitente, con sambenito de dos aspas y vela verde en las manos.
La embarcación hizo rumbo a la torre, y al llegar cerca de ella desvióse hacia una playa inmediata, chocando su proa en el fondo de grava. El viejo amainó la vela y aproximó la embarcación a una roca aislada en medio de la playa, de la cual pendía una cadena. Amarró a ella la barca, y luego saltaron a tierra él y Jaime.
Como el tiempo era malo y tempestuoso, y el navío hacia mucha agua, tuvieron mucho que sufrir: pero la mayor desgracia fué la pérdida de su contramaestre Jaime Allen y de otros dos, á los ocho dias de haberse hecho á la vela. Este contramaestre era diligente y exacto en el cumplimiento de su obligacion, y habia servido el mismo empleo en la expedicion al norte, en compañía de otros.
Y efectivamente, el joven era aplicado. Pasábase las noches en vela, devorando á Eusebio, á Cavalario y á Grotius. Atarugábase con enormes raciones diarias del libro De locis teologices, y cuando iba á clase descollaba entre todos.
Don Cristóbal de Vaca fué gobernador hasta 1544, año en que se estableció el virreinato del Perú. El primer virrey, don Blasco Núñez Vela, llegó a Lima el 17 de mayo de 1544.
Y pasaba las noches en claro, luego que se le extinguía la vela escasa que le daban, leyendo a la luz de la luna.
Acabaron nuestros amores, es cierto, pero en lo de adelante seremos muy buenos amigos. «Cuida mucho de tus tías. Si algún día necesita papá de tus cuidados, vela por él, y págale, en nombre mío, cuanto le debo yo. Angelina».
Así, á pesar del excelente fondeadero del puerto, la accion de la marea es siempre indispensable para la entrada de los grandes vapores y los buques de vela.
Dos fuertes muy considerables, San Juan y San Nicolás, cierran y defienden la entrada del puerto antiguo, que es el de los botes y buques de vela. Por último, extendiendo la vista, se ve la rada redondeándose para estrecharse á la salida y confundir sus ondas con las del Mediterráneo.
Eran miles de sombrillas que desfilaban lentamente: verdes, azules, rosadas, con una coloración vagorosa semejante á la de las luces de aceite; una procesión japonesa vista desde lo alto, que se perdía por un lado en el misterio de las aguas negras y llegaba incesantemente por el lado opuesto. El joven piloto amaba la navegación á vela, las luchas con el viento, la soledad de las calmas.
Palabra del Dia
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