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Actualizado: 20 de junio de 2025
?Lo has dispuesto todo en la torre, segun lo he ordenado? Todo esta pronto, senor, ved la llave y la arquilla. Esta bien, puedes retirarte. MANFREDO solo. Esperimento una calma y una tranquilidad que no habia conocido en mi vida.
Seis meses después de los sucesos referidos en el último capítulo, la condesa de Algar estaba un día en su sala en compañía de su madre. Ocupábase en adornar con cintas y en probar a su hijo un sombrero de paja. Entró el general Santa María. Ved, tío dijo , qué bien le sienta el sombrero de paja a este ángel de Dios. Le estás mimando que es un contento repuso el general.
He allí ese ser que se venga del hombre, extraviándole y degradándole, de la degradante posición del débil, a que el egoísmo del hombre le ha relegado. Ved la corrupción arrastrándose por los salones, coronada de rosas.» Yo era indudablemente injusto. ¿Pero qué desgraciado no lo es? Yo había nacido para amar, y del amor sólo había encontrado la fórmula, la frase.
Como si no lo oyera, lo mismo que antes de la noche memorable, el vizconde de la Ferronière se estaba quieto y silencioso, «sage comme une image». No seáis terco, abuelito intervino doña Inés. Ved que inquietáis a Pablo. Dios podría castigaros manifestole doña Brianda dejándoos allí otra vez para siempre.
Hay en la mujer que se ama no sé qué divinidad, cuyo secreto parece que uno solo posee, que sólo á uno pertenece y cuyo velo no puede ser tocado por una mano extraña, sin hacernos sentir un horror que no se parece á otro alguno: el estremecimiento de un sacrilegio. ¡No es solamente un bien precioso que se nos arrebata; es un altar que se profana en nosotros, un misterio que se viola, un Dios que se ultraja! ¡Ved ahí los celos, al menos los míos!
Jubilad a Dios toda la tierra. Por lo grande de tu fortaleza se sujetarán a ti tus enemigos. 4 Toda la tierra te adorará, y cantará a ti; cantarán a tu Nombre. 5 Venid, y ved las obras de Dios, terrible en hechos sobre los hijos de los hombres. 6 Volvió el mar en seco; por el río pasaron a pie; allí nos alegramos en él.
Por lo mismo, y ya que en estos momentos tenéis á mi hija y á Quevedo en uno de los locutorios de ese convento, observad, ved lo que descubrís en cuanto á la amistad más ó menos estrecha en que puedan estar mi hija y Quevedo, porque lo temo todo, tanto más, cuanto peor marido para doña Catalina, y peor hombre para mí, se ha mostrado el conde de Lemos.
Ved más allá á Manuel Tamayo y Baus, que no contento con la reputacion que basta á todos los hombres, ha querido conquistar dos, y tomando el pseudónimo de Joaquín Estébanez, ha acometido y llevado á cima con Un drama nuevo la temeraria empresa de eclipsar al autor de Virginia y La Locura de amor.
Pues el mismo Jesucristo ¿no escogió por discípulos a unos infelices pescadores, hombres rudos que no conocían ninguna letra, y a mujeres de mala vida? Ved aquí por dónde doña Nieves y las placeras sus amigas, Feliciana y la parroquiana de San Juan de Dios, el camarero, el pianista fueron escogidos para que Juan Pablo sembrara en ellos la primera simiente de aquel Evangelio al natural.
Ved esos que andan por ahí, toda esa chuma de esos señores y holgazanes. ¿De qué viven? De nuestro trabajo. Ellos no labran la tierra, ellos no cogen una herramienta, ellos no hacen más que pasear, comer bien, ir al teatro y leer libros llenos de bobadas... Comparémonos ahora. Nosotros somos las abejas, ellos los zánganos; nosotros hacemos la miel, vienen ellos y se la comen.
Palabra del Dia
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