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Actualizado: 20 de junio de 2025
El duque, ciego de cólera, puso la mano en la empuñadura de su espada: el duque de Uceda permaneció inmóvil. Ved de escucharme á sangre fría dijo ; reparad en que causaría gran escándalo que vos me maltratáseis aquí en las altas horas de la noche, casa de esa mujer. Y señaló á doña Ana, que continuaba llorando arrojada en un sillón.
Anoche doña Catalina me dió una carta de la duquesa de Gandía para su padre, y su excelencia quiso atraerme á su partido creyéndome su enemigo. Se os presentó, pues, una buena ocasión de ceder. Si hubiera cedido, el duque hubiera desconfiado de mí. Vuestros hechos le hubieran convencido. Pues ved ahí, señora: de tal modo hablé con el duque, que hoy me cree más enemigo suyo que ayer.
Cuando la derrota de Torata, o Moquegua, no recuerdo bien, Lavalle, protegiendo la retirada del ejército, da cuarenta cargas en día y medio, hasta que no le quedan 20 soldados para dar otras. No recuerdo si la caballería de Murat hizo jamás un prodigio igual. Pero ved las consecuencias funestas que trae este hecho para la República.
Moratín, fundado en no sé qué razones, dice que esto ocurrió en 1579, esto es, en la misma época en que aparecieron las primeras de La Cueva, cuya aserción no sólo se opone á lo que dice Rojas en la Loa de la comedia, sino también á otros datos importantes. Ved la nota que insertamos antes. Lope de Vega, Nuevo arte de hacer comedias. Cervantes, Prólogo á las comedias.
Un plagio impertinente hecho a la estrategia europea, un error clásico por una parte, y una preocupación argentina, un error romántico por otra, han hecho perder del modo más vergonzoso la batalla. Ved cómo.
Ved aquí reunido y palpable cuanto de bello y fantástico ha cantado la poesía.»
Poco después se oyeron de nuevo las pisadas de Quevedo. Buscad mi candelero dijo con la voz conmovida la de Lemos. Y mi linterna contestó con un acento singular Quevedo. Ved que ésta es mi mano dijo la condesa. No creía que estuviéseis tan cerca de mí. ¡Ah! ya he dado con él. Ya he dado con ella. ¡Adiós, don Francisco! mañana me encontraréis todo el día en mi casa.
Ved á Abde-r-rahman el Grande, á ese esclarecido príncipe que encadena con una mano el Africa á España y con la otra sofoca las añejas rebeliones, dando al cabo de dos siglos unidad é independencia al imperio mahometano de Occidente. Nada faltó á su educacion para hacer de él un príncipe modelo segun las ideas de su secta.
Celoso, se apresuró á decir el capitán, celoso... de los hombres, no... mas ved, sin embargo, hasta donde llega mi extravagancia.
Ved, ved ahí por qué digo yo que hace un siglo estoy teniendo paciencia; en vano me esfuerzo porque haya paz entre los míos; yo bien sé que vos y vuestro hijo y todos los que me rodean, me quieren, son leales, capaces de perder por mí la vida; pero todos reñís, todos os mordéis, todos procuráis parecer los más leales, á costa de los otros; y esto es un zumbar eterno que ya me atolondra, que me cansa, que me hace infeliz.
Palabra del Dia
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