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D. Fadrique. Beso los pies de Vds., señoritas. El Comendador le allanó el camino para que se viniese con él y con las niñas y los acompañase un rato en el paseo. Habló á D. Carlos de sus estudios, le ponderó lo mucho que le agradaba la poesía, le encomió el idilio y se le hizo repetir.

Y el capitán metió brutalmente un papel en el pecho de Polonia, cuyos ojos enrojecidos parecían llorar sangre. ¡Ah! no, no; yo no quiero ir con Vds.; mi abuelito les dará todo lo que quieran, pero yo no quiero ir, exclamó Juanito, arrodillándose y juntando las manos ante aquellos miserables.

Sr. D. Pascual Eurile, entonces capitan jeneral de las islas, y hoy de cuartel en la Córte. Ruego á vds., señores editores del Patriota, se sirvan dar lugar al precedente artículo en su recomendable periódico, á cuyo favor quedará sumamente agradecido su afectísimo servidor Q. S. M. B. = S. M. NUMERO 2.o Real cédula que se cita en esta Memoria, artículo tribunal y audiencia de cuentas.

No tienen Vds. un prisionero nuestro que valga tanto como Vd. Así, pues, debe Vd. resignarse y seguirnos. 30 Se pusieron en camino, pero no se atrevían a seguir el camino frecuentado. Tenían que marchar uno a uno por sendas extraviadas. D. Pedro iba en el centro, junto a Aliatar, y los dos caballeros hablaban amigablemente.

Ahora dijo D. Diego, baila el chico peor que el año pasado, porque está en la edad del pavo; edad insufrible, entre la palmeta y el barbero. Ya Vds. sabrán que en esa edad se ponen los chicos muy empalagosos, porque empiezan á presumir de hombres y no lo son. Sin embargo, ya que Vds. se empeñan, el chico lucirá su habilidad.

Apenas conozco á V. Esta es la séptima ó la octava vez que le hablo. Á Clarita la he visto hoy por segunda vez en mi vida. Sin embargo, el bien de Clarita y el de V. me interesan mucho. Atribúyalo V. á un absurdo sentimentalismo; al afecto que profeso á mi sobrina Lucía, que llega á Vds. de rechazo; á lo que V. quiera.

Uno de ellos hace una jugada al parecer tan indiferente..... «tiempo perdidodicen los espectadores; luego abandona una pieza que podia muy bien defender, y se entretiene en acudir á un punto por el cual nadie le amenaza. «Vaya una humorada, exclaman todos, esto le hará á V. mucha falta.» «¿Qué quieren Vds.? dice el taimado, no atina uno en todo,» y continúa como distraido.

Esto supuesto, ya me tienen Vds. pidiendo el teatro normal ó modelo, sostenido por el Estado, no para ganar, sino para perder anualmente, aunque el teatro esté todas las noches de bote en bote, un millón de pesetas que iguale los ingresos con los gastos.

Muy lindo! salté ¡Amor propio! ¡Y no se les ocurre otra cosa! ¡Les parece cuestión de amor propio ir a sentarse como un idiota para que me tomen la mano la noche entera ante toda la parentela con el ceño fruncido! Si a Vds. les parece una simple cuestión de amor propio, arréglense entre Vds. Yo tengo otras cosas que hacer.

Y hoy vean Vds. como no está trabajando en el campo; y tiene por allí su apero.... y se conoce que ha trabajado hoy mismo..... vamos, ya no cabe duda; es evidente; el infeliz está perdido, porque esto respirará..... Llega uno del pueblo. ¡Qué desgracia! ¿No lo sabia V.? No señores, ahora mismo me lo han dicho en su casa.