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Actualizado: 13 de junio de 2025
Ahora dijo D. Diego, baila el chico peor que el año pasado, porque está en la edad del pavo; edad insufrible, entre la palmeta y el barbero. Ya Vds. sabrán que en esa edad se ponen los chicos muy empalagosos, porque empiezan á presumir de hombres y no lo son. Sin embargo, ya que Vds. se empeñan, el chico lucirá su habilidad.
Conque, aprovechando el momento de paz que nuestra presencia impone entre los combatientes, salgamos á la calle antes que baje el maestro y tengamos que presenciar una verdadera carnicería; porque en cuanto él vea lo que está pasando en la escuela, siguiendo la costumbre de otras veces, no deja cara donde no señale sus dedos, ni nalgas sin cruzar, á telón corrido, con el inexorable zurriago, ni orejas sin estirar medio palmo, ni manos que no recorra zumbando su palmeta, untada exprofeso con ajo crudo. ¡Ira de Dios, la que se va á armar!
Yo digo que maestros de hierro que no usen palmeta, sino fusil Remington. Pero qué, ¿se lo llevan ya? No está muerto; pero parece grave. ¡Golpe más bien dado! murmuró un chulo . Ese chico es de buten. ¡Vaya, que la madre que parió tal patíbulo! apuntó una de estas que llaman del partido.
Como son las tres de la tarde, y ésta de un día de trabajo, tenemos que encontrarnos, al atravesar el citado salón, con dos largas filas de muchachos sentados ante un doble atril, sobre el que unos escriben y repasan otros la lección que han de dar más tarde en la mesa presidencial que ocupa el maestro, cuya diestra no suelta la tremenda palmeta de cinco agujeros.
Allí estaba la campanilla, con el mango roto, y el tintero circundado de plumas de ave, don Román no usaba de otras, y al lado la palmeta de zapotillo.
Momo, dice el refrán, «¿quién es tu hermana?, la vecina más cercana»; y otro añade: «al hijo del vecino quitarle el moco y meterlo en casa», y la sentencia reza: «al prójimo como a ti mismo». Otro hay que dice, al prójimo contra una esquina repuso Momo . ¡Pero nada!, usted se ha encalabrinado en ganarle la palmeta a San Juan de Dios.
Como yo no me complací nunca en tomar un libro insignificante o tonto para objeto de mis burlas, para decir chistes fáciles y de baja ley y para hacer el papel de dómine empleando la disciplina o la palmeta, cualquiera que me conozca comprenderá que, si hablé de las novelitas mencionadas, fue por haber encontrado en ellas verdadero mérito y por juzgarlas digno asunto de la crítica.
No digo yo que nos esté bien adular á los hispano-americanos, suponiendo que sus poetas y sus prosistas valen más de lo que valen. ¿Pero será mejor mostrarnos con ellos severísimos críticos, empuñar la férula, esgrimir la disciplina ó la palmeta y censurarlos y castigarlos duramente?
El Juez, lleva para estos actos una caja que contiene las listas del estado del barrio en la última visita, el tadhana ó bando que le autoriza, unas disciplinas y una palmeta, castigando con esta á las que se han hecho acreedoras é imponiendo correctivo á los delincuentes con las primeras.
Palabra del Dia
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