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Actualizado: 19 de junio de 2025
¿Qué tal, Martín? le decía Catalina en vascuence. Bien contestaba él rudamente, haciéndose más el hombre . ¿Y en vuestra casa? Todos buenos. Cuando vayas a Francia, tienes que comprarme una puntilla como la otra. ¿Sabes? Sí, sí, ya te compraré. ¿Ya sabes francés? Ahora empiezo a hablar. Martín se estaba haciendo un hombretón, alto, fuerte, decidido.
Tellagorri lo comprendió así y se puso serio, hizo una confesión rápida, arregló sus cosas y, llamando a Martín, le dijo en vascuence: Martín, hijo mío, yo me voy. No llores. Por mí lo mismo me da. Eres fuerte y valiente y eres buen chico. No abandones a tu hermana, ten cuidado con ella. Por ahora, lo mejor que puedes hacer es llevarla a casa de Ohando. Es un poco coqueta; pero Catalina la tomará.
Pero, por otro lado, yo no puedo menos de felicitar a un hombre que, en medio del tráfago bilbaíno, se encuentra de pronto este tesoro de un idioma perdido durante tantos siglos. Me explico que se coleccionen las palabras de vascuence con un espíritu de numismático, como pudieran coleccionarse raras, preciosas e interesantísimas monedas antiguas.
En mi tiempo, el muelle largo de Lúzaro, que en vascuence se llama Cay luce, no era tan ancho ni tan bien empedrado como ahora; tenía una pequeña muralla, y en vez de terminar en el Rompeolas, concluía en las mismas peñas.
Entonaban los romeros un himno en vascuence á la Señora de Vizcaya, y de los grupos salía, como respuesta, La Marsellesa ó La Internacional. Agrupáronse los devotos ante la portada de San Nicolás, y la muchedumbre avanzó lentamente hacia ellos. Estrechábase el espacio entre unos y otros, los palos levantábanse amenazantes, los insultos alternaban con los cánticos.
Sin embargo, a instancias de los dos, el campesino contó esta anécdota en vascuence: «Un día Fernando fué a casa del señor cura de Amezqueta, que era amigo suyo y le convidaba a comer con frecuencia. Al entrar en la casa, husmeó desde la cocina y vió que el ama estaba limpiando dos truchas: una, hermosa, de cuatro libras lo menos, y la otra, pequeñita, que apenas tenía carne.
Toda la torpeza de Tellagorri hablando castellano se trocaba en facilidad, en rapidez y en gracia cuando peroraba en vascuence. Sin embargo, él prefería hablar en castellano porque le parecía más elegante.
El público elogiaba la soltura del bailador de Azpeitia. Un viejo casero hablaba á sus amigos en vascuence á espaldas del doctor. Aquel aurresku no le llamaba la atención; él los había visto danzados por reyes en los buenos tiempos de la guerra.
Yo hablaré dijo Martín a su cuñado tu no digas nada. A la luz de un farol, se veía un cuarto, de cuyo techo colgaban mazorcas de maíz, y una mesa de pino, a la cual estaban sentados dos hombres. Uno de ellos era el Cura, el otro su teniente, un cabecilla conocido por el apodo de el Jabonero. Buenas noches dijo Zalacaín en vascuence. Buenas noches contestó el Jabonero amablemente.
Y en fuerza de oír esto he llegado a deducir que existe en efecto un rico vocabulario vascuence, y que Mourlane Michelena es su único depositario. ¿Qué hará con el vascuence Mourlane Michelena?
Palabra del Dia
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