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Actualizado: 27 de noviembre de 2025


Y todo esto hecho, dijo á los indios cómo él era su hacedor; y luego los indios Canas hicieron en el lugar do él se puso, para quel fuego cayese del cielo y de allí partió á matalles, una suntuosa guaca, que quiere decir guaca adoratorio ó ídolo, en la cual guaca ofrecieron mucha cantidad de oro y plata éstos y sus descendientes, en la cual guaca pusieron un bulto de piedra esculpido en una piedra grande de casi cinco varas en largo y de ancho una vara ó poco ménos, en memoria de este Viracocha y de aquello allí subcedido; lo cual dicen estar hecha esta guaca desde su antigüedad hasta hoy.

Y para que se viera que él era el primer cumplidor de la pragmática, como quiera que en ella se ordenaba que todas las autoridades y justicias vistieran de negro, en el primer cabildo que la ciudad celebró el 7 de Diciembre de 1723, se presentó todo enlutado, empuñando su vara, y obligó á que con igual traje negro fuesen todos los caballeros, desde el escribano Castillo hasta el último portero.

Supo que su hermano el jardinero había muerto, y que la viuda refugiada con su hijo en un desván de las Claverías, lavaba ropa para los canónigos. Esteban, el Vara de palo, le acogió después de tan larga ausencia con la misma admiración que cuando estaba en el Seminario.

Y como los indios viesen el fuego, que tuvieron temor de ser quemados y arrojaron las armas en tierra, y se fueron derechos al Viracocha, y como llegasen á él, se echaron por tierra todos; el cual, como ansí los viese, tomó una vara en las manos y fué do el fuego estaba, y dió en él dos ó tres varazos y luego fué muerto.

La vara toesa de mampostería, que hoy no costará menos de quince ó diez y seis reales, costaba en Francia ocho sueldos, ó sean doce cuartos españoles, á mediados del siglo XIII. Tercera.

Había allí un San José, cuadro grande, de familia, que como pintura valía poco, pero Moreno lo tenía en gran estima, porque estuvo muchos años en la alcoba donde él nació. Se asociaba a las impresiones de su niñez aquel santo tan guapote, reclinado sobre nubes, con su vara, su niño, y aquella capa amarilla cuyos pliegues hacían competencia al celaje.

Alzó la vara en alto el comisario para dar a Pasamonte en respuesta de sus amenazas, mas don Quijote se puso en medio y le rogó que no le maltratase, pues no era mucho que quien llevaba tan atadas las manos tuviese algún tanto suelta la lengua.

Había llegado a decir que si doña Manolita fuese algo de él, mujer, por ejemplo, le había de sacar del cuerpo los rabillos de lagartijas, aunque fuese menester emplear una buena vara de mimbre.

Si alguna mocita soltera o alguna casada joven siente veleidades de dejarse seducir y sonsacar, hay con frecuencia un padre o un marido que la sana y endereza con una buena vara de mimbre. Ni debe estar muy seguro y descuidado el seductor, por mucho respeto que inspire. No basta a veces la inocencia, si es que infunde recelos algún galán. Cierto compañero mío de colegio, en el Sacro Monte, fue, años ha, a curar las almas en un lugar de mi provincia. Era gran teólogo, recto y virtuoso; pero bien hablado, elegantísimo, peripuesto y agradable; era hombre que en el siglo XVIII hubiera figurado, en una corte, como el más delicioso abate. Pues bien, en el pueblo la tomaron con él, y, como vulgarmente se dice, le abroncaron. El brónquis que le dieron llegó hasta tirarle algunos tiros, pero con pólvora sólo, para asustarle.

Los jornaleros, de camisa limpia y con sus mejores ropas; si eran jóvenes, iban en cuerpo, pero con chivata o larga vara de membrillo, oliva o fresno; y si eran ya mayores de edad, con capa, para el conveniente decoro, por ser por allí la capa el traje de etiqueta, del que no se puede prescindir, aunque se achicharre o derrita el humano linaje, como era entonces el caso, porque el sol hacía chiribitas.

Palabra del Dia

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