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Clavó en la joven los ojos con interés ansioso, queriendo averiguar un algo vago que empezaba a bullirle en el pensamiento, exploró con afán todos los rasgos de su fisonomía, examinó todos los pormenores de su vestido. ¡Si fuese realmente mi hermana! se dijo. Todo cabe en lo posible. Esta familia es amiga suya.... pudieron venir de Sevilla a pasar una temporada ¡quién sabe!

; orar por mi alma respondió Dorotea. Y juntó las manos, las cruzó y dobló la cabeza sobre el pecho. En aquel momento resonaron voces en la calle y luego el choque de espadas. Don Juan sintió un terror vago y se abalanzó á Dorotea y la levantó en sus brazos. La joven se abandonó en los brazos de don Juan y le sonrió de una manera embriagadora. ¡Oh! ¡no me olvidarás! exclamó.

Los preparativos de viaje y aquellos prudentes proyectos nos ocuparon una parte de las vacaciones; pero la calidad del trabajo, el fin que debíamos perseguir, aquel vago programa cuyo primer artículo aún no estaba formulado, eran puntos por completo indefinidos lo mismo para Oliverio que para .

Cuando se entraba en el salón, en aquella noche fresca de la primavera, con todos los balcones abiertos a la noche, con tanta hermosa mujer vestida de telas ligeras de colores suaves, con tanto abanico de plumas, muy de moda entonces, moviéndose pausadamente, y con aquel vago rumor de fiesta que comienza, parecía que se entraba en un enorme cesto de alas.

La palabra huérfano, que oía repetir en torno mío, como expresión de desventura, tenía para un sentido muy vago: viendo que las personas dedicadas a mi servicio me compadecían, llorando, me daba cuenta de que era digno de compasión, pero nada más.

Como ya le dije, otros gigantes vinieron detrás de él en diversas épocas; pero esto sólo tiene una relación indirecta con los sucesos que quiero relatarle. Ya sabe usted también, aunque sea de un modo vago, cómo era la vida de mi país en aquella época remota.

Algunas veces, con repentino optimismo, esperaba conseguir al día siguiente la realización de sus deseos. Pero al otro día le contestaban: «Vuelva usted mañana»; y este «mañana» iba convirtiéndose en una palabra fatídica, símbolo de algo vago que nunca llegaría á ser realidad. Los periódicos le anunciaron una noche la inquietud de las poblaciones ribereñas del río Negro.

Andrés sintió un deseo irresistible de ensotarse en aquella espesura. A pesar del vago terror a lo desconocido que un bosque inspira siempre, sobre todo cuando no se han visto más que los del Retiro de Madrid, y del miedo razonable a los bichos que allí suelen tener guarida, penetró en él resueltamente.

Desfallecieron mis creencias, entronizóse en mi espíritu la duda, y vagó por mis labios la blasfemia. Cuanto mas pretendí sondar el origen de las cosas, tanto mas se entenebreció mi alma, tanto mas fui impío. Cobré tedio á la sociedad, cobré tedio al mundo; me encerré en un egoismo fatal de que hoy mas que nunca me avergüenzo.

Del lento y triste sonido cada toque, cada nota en el vago viento flota como doliente gemido, y de la noche en la calma el melancólico són, siente estremecida el alma cual solemne admonición. ¡Se desprenden esos dobles lúgubres y funerarios de los altos campanarios en fúnebre vibración; en esos dobles alienta algún espíritu irónico que a cada nota que zumba, con agrio gesto sardónico rueda implacable y derrumba y oprime con todo el peso de la piedra de una tumba el humano corazón! ¡Quienes tañen las campanas de los toques funerales no son pobres campaneros, no son sencillos mortales, son espectros sepulcrales! ¡Y es el Rey de los espectros quien toca con más tesón!