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Actualizado: 26 de julio de 2025
De aquí también que la sangre que mancha la conciencia lave el honor hasta dejarlo limpio, y sean llamados a resolver casos de honra hombres que jamás conocieron la vergüenza: Eacos, Minos y Radamante, vacíos de mollera o cargados de picardías, que sólo por deficiencias del Código no llevan otra cadena que la que les sujeta el reloj en el chaleco.
Era un empleado, un padre de familia; pero ¿dónde estaban sus actos? ¿Qué había hecho? Buscó en los repliegues de su memoria, recorrió mentalmente los años pasados, como se recorre con los dedos el teclado de un piano, y los halló vacíos, desprovistos de sentido. «¡Vamos, señorita! balbuceó con la cabeza baja y gesticulando . Es idiota creer que soy un espía. ¿Yo espía? ¡Qué insensatez!
Ambos vacíos tienen sus acerbos detractores, y unos u otros se han de ensangrentar en el triste Fígaro. ¡Oh qué placer el de ser redactor! ¡Bueno! Traduciré noticias; al trabajo; corto mi pluma, desenvuelvo el inmenso papel extranjero; aquí van tres columnas. ¿Tres columnas he dicho? Al día siguiente las busco en la Revista, pero inútilmente. ¡Señor director! ¿qué se hicieron mis columnas?
Y sintiendo que los suyos estaban vacíos, volvió á encogerse de hombros. ¿A él qué le importaba que el cielo se venga abajo? Y siguió haciendo su ronda. Al pasar delante de dos personas que hablaban, pescó lo que una de ellas que tenía en el cuello rosarios y escapularios, decía en tagalo: Los frailes pueden más que el General, no seas simple; éste se va y ellos se quedan.
Los esposos iban sentados en el testero; los asientos delanteros iban vacíos. Entrambos iban silenciosos y pensativos. De repente una voz muy conocida, dijo al lacayo que guiaba á la mula delantera: ¡Eh, conductor de venturas! ¡para, para, que la desdicha te lo manda! El lacayo paró. Una cabeza asomó á la portezuela, y una mano tocó á los cristales. Don Juan abrió la portezuela.
3 Huyendo, pues, Jefté a causa de sus hermanos, habitó en tierra de Tob; y se juntaron con él hombres vacíos, los cuales salían con él. 5 Y como los hijos de Amón tenían guerra contra Israel, los ancianos de Galaad fueron para traer a Jefté de tierra de Tob; 6 y dijeron a Jefté: Ven, y serás nuestro capitán, para que peleemos con los hijos de Amón.
Marchando junto á sus carros cargados de estiércol ó montados en sus borricos sobre los serones vacíos, encontró en el hondo camino de Alboraya á muchos de los que habían presenciado el juicio. Eran gentes enemigas, vecinos á los que no saludaba nunca.
Los almacenes de todos estaban vacíos, el chacarerío arruinado, sin algodonales ni cosa que les pudiera producir para su subsistencia.
De buena gana la daría y aun me quedaría allá, pero mis papás no tienen más hijo que yo... y ya ve usted. Quédese usted, quédese usted... No piense en Madrid por ahora... Tiempo le queda para saber lo que es aquello. No vaya usted á creer, condesa, que es curiosidad lo que siento, no; es el deseo que tengo de llenar ciertos vacíos que hay en mi espíritu lo que me obliga á pensar en Madrid.
Buscaba los coches de primera, porque en ellos encontraba departamentos vacíos. ¡Qué de aventuras! Una vez abrió sin saberlo el reservado de señoras; dos monjas que iban dentro gritaron: «¡Ladrones!», y él, asustado, se arrojó del tren y tuvo que hacer a pie el resto del camino.
Palabra del Dia
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