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Actualizado: 2 de mayo de 2025
3 Y estando él en Betania, en casa de Simón el leproso, y sentado a la mesa, vino una mujer teniendo un alabastro de ungüento de nardo espique de mucho precio; y quebrando el alabastro, se lo derramó sobre su cabeza. 4 Y hubo algunos que se enojaron dentro de sí, y dijeron: ¿Para qué se ha hecho este desperdicio de ungüento?
En la Universidad de Salamanca, el poeta Torres de Villarroel no encontraba ni una sola obra de geografía, y cuando hablaba de matemáticas, los discípulos le decían que eran cosas de sortilegio, ciencia del diablo que únicamente podía entenderse untándose con el ungüento que usan los brujos.
7 El alma saciada desprecia el panal de miel; mas al alma hambrienta todo lo amargo es dulce. 9 El ungüento y el incienso alegran el corazón; así la dulzura del amigo con el consejo del alma. 10 No dejes a tu amigo, ni al amigo de tu padre; ni entres en casa de tu hermano el día de tu aflicción. Mejor es el vecino cerca que el hermano lejano.
14 El presente en secreto amansa el furor, y el don en el seno, la fuerte ira. 16 El hombre que yerra del camino de la sabiduría, vendrá a parar en la compañía de los muertos. 17 Hombre necesitado será el que ama el deleite; y el que ama el vino y el ungüento no enriquecerá.
43 Y respondiendo Simón, dijo: Pienso que aquel al cual soltó más. Y él le dijo: Rectamente has juzgado. 44 Y vuelto a la mujer, dijo a Simón: ¿Ves esta mujer? 45 No me diste beso, y ésta, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies. 46 No ungiste mi cabeza con óleo; y ésta ha ungido con ungüento mis pies. 48 Y a ella dijo: Los pecados te son perdonados.
Lo que le ruego a vuestra merced es que se cure, que le va mucha sangre de esa oreja; que aquí traigo hilas y un poco de ungüento blanco en las alforjas. -Todo eso fuera bien escusado -respondió don Quijote- si a mí se me acordara de hacer una redoma del bálsamo de Fierabrás, que con sola una gota se ahorraran tiempo y medicinas. ¿Qué redoma y qué bálsamo es ése? -dijo Sancho Panza.
6 Aun su amor, y su odio y su envidia, fenecieron ya; ni tienen ya más parte en el siglo, en todo lo que se hace debajo del sol. 7 Anda, y come tu pan con gozo, y bebe tu vino con alegre corazón; para que tus obras sean agradables a Dios en este tiempo. 8 En todo tiempo serán blancos tus vestidos, y nunca faltará ungüento sobre tu cabeza.
Y el diputado acababa por reconocer que también estaba la opinión entre ellos, pero como la momia está en el sarcófago; inmóvil, dormida, agarrotada por duras vendas, ungida con el ungüento de la retórica y el correcto bien decir que considera como pecados de mal gusto el arrebato de la fe, el tumulto de la indignación. En realidad, todo iba bien.
-No -dijo Ricote, que se halló presente a esta plática- hay que esperar en favores ni en dádivas, porque con el gran don Bernardino de Velasco, conde de Salazar, a quien dio Su Majestad cargo de nuestra expulsión, no valen ruegos, no promesas, no dádivas, no lástimas; porque, aunque es verdad que él mezcla la misericordia con la justicia, como él vee que todo el cuerpo de nuestra nación está contaminado y podrido, usa con él antes del cauterio que abrasa que del ungüento que molifica; y así, con prudencia, con sagacidad, con diligencia y con miedos que pone, ha llevado sobre sus fuertes hombros a debida ejecución el peso desta gran máquina, sin que nuestras industrias, estratagemas, solicitudes y fraudes hayan podido deslumbrar sus ojos de Argos, que contino tiene alerta, porque no se le quede ni encubra ninguno de los nuestros, que, como raíz escondida, que con el tiempo venga después a brotar, y a echar frutos venenosos en España, ya limpia, ya desembarazada de los temores en que nuestra muchedumbre la tenía. ¡Heroica resolución del gran Filipo Tercero, y inaudita prudencia en haberla encargado al tal don Bernardino de Velasco!
Púsonos el iman el mismo ungüento que se pone á las criaturas recien circuncidadas, y todas estábamos á punto de muerte. Apénas habian comido los genízaros la carne que nos habian quitado, desembarcáron los Rusos en unos barcos chatos, y no se escapó con vida ni siquiera un genízaro: los Rusos no paráron la consideracion en el estado en que nos hallábamos.
Palabra del Dia
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