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Actualizado: 2 de mayo de 2025


3 No comí pan delicado, ni entró carne ni vino en mi boca, ni me unté con ungüento, hasta que se cumplieron tres semanas de días. 4 Y a los veinticuatro días del mes primero estaba yo a la orilla del gran río Hidekel; 5 y alzando mis ojos miré, y he aquí un varón vestido de lienzos, y ceñidos sus lomos de oro muy fino;

3 Entonces María tomó una libra de ungüento de nardo líquido, de mucho precio, y ungió los pies de Jesús, y limpió sus pies con sus cabellos; y la casa se llenó del olor del ungüento. 5 ¿Por qué no se ha vendido este ungüento por trescientos denarios, y se dio a los pobres? 7 Entonces Jesús dijo: Déjala; para el día de mi sepultura ha guardado esto;

Cuando la criada la hubo secado prolijamente y desgrasado sus cabellos con una tierra cenicienta, ella extendiose de espaldas sobre las almohadas y entregose, como muerta, al pincel y al ungüento. Poco después, el hombre de la túnica azul, que Ramiro viera al entrar, presentose. Traía en sus manos navaja y bacía de barbero.

Allí le hicieron la primera cura. El barón, que en la campaña había adquirido algunos conocimientos de cirugía, le lavó cuidadosamente las heridas, las cerró con aglutinante y curó las contusiones con cierto ungüento eficaz que poseía. Las manos rudas de aquellos veteranos parecían de seda al tocar la piel de la niña. Una mujer no la hubiera curado con más delicadeza, con tal atención y esmero.

Se hizo traer hilas, extendió un ungüento que para casos análogos poseía, lo puso sobre la herida y ciñó la mano con un pañolito de seda; todo con tanta habilidad y delicado esmero que parecía un cirujano y una madre cariñosa al mismo tiempo. Después de un rato le dijo á Regalado, no sin cierta vergüenza que se le traslucía en la voz: Hoy tienes que ir á la Pola, ¿verdad?

Compadres, estoy convencido de que jugando el cuchillo por encima de nosotros, a derecha e izquierda, conseguiremos despertar la sensibilidad y la piedad de nuestros opresores, gracias a algunos rasguños que yo después me encargaré de curar, sea con diaquilón, el ungüento, o la...

Porqué ešte unguento še podia ^ vender por gran precio, y darše

Si quieres... No hay necesidad... Acaso te cause repugnancia... Pero Cecilia ya se había acercado a la cama y recogía las hilas, la pomada y las tijeras, poniéndolo todo en orden. Hizo una nueva tableta, y extendió con esmero el ungüento sobre ella. Gonzalo la miraba, un poco inquieto. Ella guardaba silencio, haciendo esfuerzos heroicos por vencer la confusión que se iba apoderando de su alma.

Muy bien acordado, ¡caray! observó entonces don Adrián Pérez deteniéndose para dirigirse a sus dos interlocutores, que también se detuvieron . Verdaderamente la situación moral del excelente amigo, no es para prolongarla mucho tiempo... eso es... ni tampoco la nuestra, no, señor, ni tampoco la nuestra... Puede vencer las aprensiones que le inquietan; pero pudiera no... y las aprensiones comprimidas son pólvora que al fin revienta, ¡caray! y entonces, lo que pudo curarse con dos cuartos de ungüento, es una carnicería... Y hay que huir de estos extremos... eso es... mayormente cuando el asunto, bien mirado, bien mirado, eso es, no vale la pena, como en el caso presente; , señor, como en el caso presente. ¿De qué se trata en fin y remate?... Eso es, ¿de qué se trata?

Y dezian, No en dia de fiešta: porque no še haga alboroto en el pueblo. Y eštando Iešus en Bethania en caša de Simon el leprošo. Vino á el una muger con un [vašo de] alabaštro de unguento de gran precio, y derramôlo šobre la cabeça deel eštando šentado

Palabra del Dia

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