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Por los cristales agujereados entraba el soplo gélido de los huracanes, y la colcha rameada de la camita temblaba estremecida por aquellas ráfagas yertas, que adquirían voz de sortilegio y de amenaza.

Dormita allí por algún tiempo, como la Linda de la selva durmiente; empero, sueño ó cautiverio, sortilegio ó lo que fuere, semejante estado no es la muerte. La áspera materia de la esponja vive rellena de sílice: sin moverse, sin respirar, sin órganos de circulación, sin ningún aparato de los sentidos, vive. ¿Cómo se sabe eso?

La sana moral se cimenta en una base de razón; cuando esta base falta, la moral enseñada resultará como un árbol sin raíz y sin vida. No es posible que la escuela sin Dios, ni la otra con Dios pueda hacer germinar la semilla moral en el terreno preparado por la escuela de la superstición, de la magia y del sortilegio: hay que preparar el terreno cultivando la razón y creando el sentido lógico.

Algunos mechones, que conservaban la oleosidad de los ungüentos, pendían de uno de los bordes. ¿Era también su guedeja o las serpientes fascinadas de algún extraño sortilegio?... Ramiro admiró la dulzura de los párpados orlados de sombra, bajo las cejas alargadas por el kohl; y aquella rara sonrisa, aquella sonrisa de ensueño, que estremecía levemente sus labios, como si un vuelo invisible mantuviera sobre ellos cosquillosa frescura.

La cofradía de «piruetistas», de «operadores», de «navegantes de la Puerta del Sol», está compuesta principalmente por los jóvenes envenenados por la literatura, que llegan de las provincias a la conquista de Madrid. La literatura es como la trágica sirena de las baladas germanas, y los pobres nautas se hunden en el fondo del mar por haber escuchado el sortilegio de su canto.

Vuestro perfume intenso de prostituta histérica, que incita al sacrilegio, lo anhela todo el mundo, desde el burgués intonso hasta el artista egregio, y desde el venerable que reza su responso y ornamenta sus dedos con aguas de amatista hasta el viejo eremita que entiende el sortilegio, conversa con los astros y es brujo y alquimista.

El corazón quería salírsele del pecho al ver los bonitos caracteres que decían: El marqués viudo de Saldeoro. Largo rato estuvo perpleja, la cartulina en la mano, sin apartar los ojos del sortilegio que sin duda contenían las letras negras del nombre y las pequeñitas de las señas: Jorge Juan, 13.

Tengo la gran figura, visto bien, y en modales y en trato me parece... que somos algo». En la casa no había más opinión que la suya; era el oráculo de la familia y les cautivaba a todos no sólo por lo mucho que le querían y mimaban, sino por el sortilegio de su imaginación, por aquella bendita labia suya y su manera de insinuarse.

Doña Paca, suspirando con toda su alma, entre un bocado y otro, expresó en esta forma las ideas que bullían en su mente: «Dime, Nina, entre tantas cosas raras, incomprensibles, qué hay en el mundo, ¿no habría un medio, una forma... no cómo decirlo, un sortilegio por el cual nosotras pudiéramos pasar de la escasez a la abundancia; por el cual todo eso que en el mundo está de más en tantas manos avarientas, viniese a las nuestras que nada poseen?

Todo talento, ya sea en el uso rápido de este instrumento de difícil manejo, la lengua, ya sea en algún otro arte poco familiar a los campesinos, era en mismo sospechoso; las gentes honradas, nacidas y criadas bajo la vista de todos, no eran, por lo general, ni muy instruidas ni muy hábiles por lo menos su ciencia no se extendía más allá de los signos del cambio del tiempo , y los medios de adquirir rapidez o habilidad en un arte cualquiera eran tan desconocidos, que esos talentos parecían tener algo de sortilegio.