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Isidora se quedó yerta; pero como el mostrar enfado por aquel ultraje habría sido ocasión de que entrara más en malicia el chico, harto malicioso ya, fingió tomar a broma el caso, aunque le destrozaba el alma, y se echó a reír. Pero su fingimiento de buen humor fue de todo punto imposible cuando Mariano, con aquel descaro que determinaba el tránsito brusco del candor al cinismo, le dijo: «Ya, ya.

Y sin más tardanza, tocando al arma el cacique escogió una florida escuadra de soldados y se los trajo á la presencia del Padre, en donde cada uno con brío extraordinario prometió morir á su lado si los Manacicas osasen hacerle algún ultraje.

Y no le pesaba, no... cien muertes, cien muertes para los infames». «¿Qué haría don Víctor? ¿De qué comedia antigua se acordaría para vengar su ultraje cumplidamente? ¿La mataría a ella primero? ¿Iría antes a buscarle a él?...».

Abominables tiempos, aún hay dentro de vosotros algo noble y sublime. Esto que en otras circunstancias hubiera sido ridículo, tratándose de D. Pedro, en aquellas me hacía estremecer. Bendito sea mil veces continuó doña María el único brazo que se ha alzado para vengar mi ultraje en esta generación corrompida, incapaz de un sentimiento elevado. Señora dijo D. Pedro adiós... voy a prepararme.

La madre y la hermana de Jacobo, irremediablemente desoladas, y aquel desgraciado joven sufriendo á miles de leguas un ultraje y una vergüenza inmerecidos, se evocaron en su ánimo con fuerza irresistible.

En mal hora quiso intimidar a Morsamor, quiso abusar de su fuerza y le echó mano al cuello con violento ultraje. Firme y poderosa era la mano de Cardoso. Si hubiera asido bien a Morsamor, le hubiera derribado y hasta aplastado; pero Morsamor, antes de que Cardoso le agarrase bien, se desprendió y se deslizó de entre sus garras, retrocediendo de un brinco hasta la pared de la cámara.

DEMANDADO. No hay arreglo que valga; antes al contrario, estoy resuelto á pedir que se escriba el juicio, y á acudir con mi causa adonde haya lugar. ALCALDE. ¿Qué dice á esto el señor don Silvestre? DON SILVESTRE. Que se me está acabando la paciencia y temo que voy á echar por la ventana á ese bribón. MERLÍN. Que coste ese nuevo ultraje. MERLÍN. Que no se me falte, eso es lo que digo.

Enfrente, mil turcos que avanzaban; a sus espaldas, la villa entregada al saqueo, sus familias sometidas al ultraje y a la violencia, que les llamaban con desesperación. Pero la duda fue corta. Un sargento de Sóller, heroico veterano de los ejércitos de Carlos V en las guerras de Alemania y el Gran Turco, los decide a todos por el ataque contra el enemigo inmediato.

Rivalidad, celos, todo estaba olvidado y arrebatado por el viento del ultraje hecho a su madre adoptiva, sacrilegio al lado del cual parecía todo mezquino y pueril a su culto filial. En aquel momento era hijo, nada más que hijo, y si de vez en cuando una blanca silueta que flotaba ante sus ojos endulzaba un poco su brillo metálico, era que le agradecía el haber ocupado tan bien su lugar.

En aquella armazón de hierro y madera se hallaba encarnado el verdadero ideal de la ignominia; porque no creo que pueda hacerse mayor ultraje á la naturaleza humana, cualesquiera que sean las faltas del individuo, como impedirle que oculte el rostro por un sentimiento de vergüenza, haciendo de esa imposibilidad la esencia del castigo.