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Actualizado: 12 de octubre de 2025


Pepe, dominando cuantos resentimientos abrigaba contra su hermano y dando tregua al encono, como si aún fuera posible devolver a la casa la tranquilidad perdida, no hizo caso de aquellas palabras ásperamente pronunciadas. Óyeme, Tirso: vamos a ver si es posible que tengamos paz.

Almorzaron con tranquilidad, y después de haber pasado un rato jugando con el niño mientras fumaba un cigarro, tomó el sombrero y salió como de costumbre. Se hallaba perfectamente tranquilo.

La protección, que le dispensaron dos grandes generosos, el conde de Lemos y D. Bernardo de Sandoval y Rojas, arzobispo de Toledo, hicieron los más felices los últimos años de su vida, y le proporcionaron tranquilidad suficiente para realizar sus planes poéticos, como el de la continuación de la Galatea, la comedia El engaño á los ojos, dos obras desconocidas, el Bernardo y Las Semanas del Jardín, y la novela Persiles y Segismunda, única que nos ha conservado el tiempo.

Pero aún es mayor mi gratitud hacia el apasionado D. Pepito, que, por no comprometerme, ha fingido que era novio de Isabel, y hacia mi propia hija política, que ha renunciado a su amor por D. Ambrosio y ha dicho que era novia del joven malagueño. Ambos han consumado un doble sacrificio para que yo no pierda mi tranquilidad ni mi crédito. Ayer se casaron y se fueron en seguida para esa ciudad.

La chica llama, mi mujer abre, la muchacha entra, deja nuestro avío, se va, mi compañera pasa la llave, y nos quedamos solos. ¡Qué hermosa es la casa en que vivimos! ¡Qué hermosa es la familia! ¡Qué hermoso es el amor! ¡Qué hermosa tambien es la tranquilidad! En este sentido, Paris nos ha hecho un gran regalo.

Entre tanto, en buenas manos andaba todo ello, para tranquilidad suya y prestigio de sus hidalgos progenitores.

¡Señor barón! exclamó el clérigo con voz enfática de cómico de la legua. ¡Tiene usted el alma tan fea como el rostro! El barón quedó tan sosegado ante aquel insulto. Después de un rato dijo con perfecta tranquilidad: No sea usted botarate. ¿Qué tiene que ver mi cara en estos asuntos?

Era de notar que dominaba en el aire una tranquilidad dominguera; lo cual en un campamento poco acostumbrado a la influencia del domingo, parecía de mal agüero, y sin embargo, la cara tranquila y hermosa de don Jorge no reveló el menor interés por estos síntomas. ¿Tenía conciencia acaso de alguna causa predisponente? Eso era cosa distinta.

Si Clara, cuando esté en completa tranquilidad y serenidad de espíritu, sanos su cuerpo y su alma, persiste en ser monja, que lo sea: yo no me opondré. Mi sacrificio habrá sido inútil. No exhalaré una queja. Que disfrute de todos mis bienes D. Casimiro.

No pude dormir en toda la noche. Realmente yo no estaba enamorado, porque discurría fríamente, con tranquilidad completa. Veía que me jugaba mi porvenir. Mis relaciones con Dolores se averiguarían en seguida, por muchas precauciones que tomáramos, y don Matías me echaría a la calle en cuanto se enterara.

Palabra del Dia

acochan

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