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Actualizado: 24 de julio de 2025


Agradecía mucho la fidelidad de este hombre enfermo y humilde. Le conmovió el interés de la pobre mujer, que miraba el castillo como si fuese propio. La presencia de la hija trajo á su memoria la imagen de Chichí.

Yo, tío, no lo . El mal ha venido de súbito. La criada, que me trajo la carta de Clarita, dijo que su ama cayó enferma como herida por un rayo; que eso es verdad, la señora estaba delicada, pero que al fin lo pasaba regular, como casi todos, cuando de repente, cual si hubiera tenido alguna aparición de los malos y hubiera peleado con ellos, cayó en tal postración, que ha sido menester ponerla en la cama, donde está aún con calentura.

Pronto trajo un lacayo la respuesta: el señor marqués había pedido a las cuatro la berlina y aún no había vuelto a su casa. Fernandito corría, en efecto, en aquel momento, detrás de una duda misteriosa que ansiaba resolver. Con grandísima zozobra había recibido el B. L. M. del gobernador, y tranquilo ya, después de leerlo, púsose a registrar cuidadosamente los papeles devueltos.

Elías no la dejó concluir. Arrebatado de entusiasmo, alzó los brazos y gritó: ¡Lázaro, Lázaro! Antes que Lázaro llegara, el realista se lanzó fuera, y le trajo ó, más bien, le arrastró. Arrodíllate ahí le dijo con voz fuerte, presentándolo ante la devota. Arrodíllate delante de esa santa. Ha dicho que tienes buen corazón.

Poldy tomó una resolución extrema, pero, en su caso, bastante justificada. Hizo correr la voz de que había muerto, se casó católicamente con el judío converso, y cambiando, o mejor dicho traduciendo su nombre, se vino a vivir con él a los Estados Unidos. Isidoro se trajo todo el dinero que tenía y no pequeña parte de los preciosos chirimbolos, joyas y antiguallas de su bazar.

¡A casa, niña, que vas á coger un resfriado! chilló en aquel momento doña Victorina. La voz les trajo á la realidad. Era la hora de volver, y por amabilidad invitaron á Isagani á subir en el coche, invitacion que el joven no se hizo repetir. Como el coche era de Paulita, naturalmente ocuparon el testero doña Victorina y la amiga, y en el banquito los dos enamorados.

De pronto se alzó de la silla y dijo con tono resuelto que no admitía réplica: No me siento bien en este momento, señor cura. Otro día hablaremos del asunto que aquí me trajo. Hasta la vista. Y sin aguardar contestación salió como un huracán por la puerta, dejando altamente sorprendido al clérigo.

Declaro que la figura de Pepita era como el centro, o mejor dicho, como el núcleo y el foco de estas imaginaciones vagas. Su meridiana aparición, en lo más intrincado, umbrío y silencioso de la verde enramada, me trajo a la memoria todas las apariciones, buenas o malas, de seres portentosos y de condición superior a la nuestra, que había yo leído en los autores sagrados y los clásicos profanos.

En fin, cuando supo la mujer que volvía su marido, vistió a la niña de gala, lo mejor que pudo, y ella se vistió un precioso traje azul que sabía que a él le gustaba en extremo. No atino a encarecer el contento de esta buena mujer cuando vio al marido volver a casa sano y salvo. La chiquitina daba palmadas y sonreía con deleite al ver los juguetes que su padre le trajo.

Y esto y los quehaceres que consigo trajo para ser puesto en ejecución antes con antes, fueron los esparcimientos únicos para en todo aquel triste día.

Palabra del Dia

gallardísimo

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