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Actualizado: 28 de julio de 2025


Pero la gran cabeza, aquella que tiene un mechón en la frente y el rayo en el entrecejo, lo iba a decidir bien pronto. A este punto llegaba, cuando el camino por que marchábamos torció hacia la derecha, describiendo una gran vuelta, de modo que formaba ángulo recto con su primitiva dirección.

Despidieron todos servilmente, pajes, lacayos y galopines, al cocinero de su majestad, y recibiendo iguales saludos de la servidumbre que ocupaba las habitaciones por donde pasaron, salió á la calle, siguió, torció una esquina, recorrió una tortuosa calleja, dobló otra esquina, y al comedio de otra calleja obscura se detuvo. Ese es el postigo de la casa del duque dijo el cocinero mayor.

Torció el gesto Fernando al escucharla decir esto con la mirada perdida en el Océano y una voz monótona de sonámbula. ¡Bonito papel el suyo!... Y saludando irónicamente, anunció que iba a retirarse para que pensase a solas en la próxima entrevista con su esposo.

La condesa acomodó la roja cabecita en su blanda almohada con lazos rosa y fijó en el ministro sus claros ojos, que expresaban admirablemente la extrañeza. Afianzóse Martínez las gafas de oro, torció la descomunal cabeza, y amenazando a Currita con su gordo y porrón dedo, como hace el dómine que echa al niño una reprimenda cariñosa, le dijo: En Palacio están muy disgustados...

A la mañana siguiente, salió por la Puerta de Toledo poco antes de mediodía. Al llegar al puente, torció a la izquierda, dirigiéndose al depósito de cadáveres, en la orilla del río. Los ardores del sol caldeaban las charcas del Manzanares, llenas de la inmundicia de las alcantarillas que desaguan en él. Un hedor de letrina en ebullición envenenaba la densa atmósfera de verano.

En lugar de huir, como se lo había prevenido su madre, entró muy erguido de cresta y cola; pero uno de los galopines le echó el guante y le torció el pescuezo en un abrir y cerrar de ojos. «Vamos dijo , venga agua para desplumar a este penitente.» «¡Agua, mi querida doña Cristalina! dijo el pollito , hazme el favor de no escaldarme. ¡Ten piedad de

Es posible pensó Zalacaín . Si habré conocido en mi infancia a alguien que tenga criados, sin saberlo. En fin, vamos a ver a mi amiga dijo en voz alta. El criado siguió por los soportales, torció una esquina, y en una casa grande empujó la puerta y entró en un zaguán elegante, iluminado por un gran farol. Pase el señorito dijo el criado indicándole una escalera alfombrada.

El foque se extendió, dando un estallido como si fuera a romperse; después se hincharon las otras velas; el barquito se torció violentamente; yo me agarré para no caerme al agua. Comenzamos a navegar con gran velocidad.

Causa principal de esto fué sin duda la reforma, que torció por completo la dirección de los ingenios. Como medio siglo después continuaron brotando trabajosamente las ramas bastardas de tan floreciente tronco, y ninguno de los grandes y verdaderos poetas de la época de Isabel intentó siquiera infundir nueva vida á esa especie de poesía, ya muerta.

El pájaro, viendo la jaula abierta, saltó fuera de ella como si pretendiese perseguir á su enemigo; pero después torció de rumbo, subiéndose al alero del tejado para desaparecer finalmente. Jaramillo descorrió el cerrojo de la cancela, saliendo á la calle. Allí le esperaba su fiel Morales.

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