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Actualizado: 7 de mayo de 2025


En este ejercicio y en la misa matinal, las recogidas, como las madres, entraban en la iglesia con un gran velo por la cabeza, el cual era casi tan grande como una sábana. Lo tomaban en la habitación próxima a la entrada, y al salir lo volvían a dejar después de doblarlo.

Los profesores de la Universidad venían a oírle al cuchitril en donde vivíamos. Mi madre, que tenía mal carácter, decía que mi padre era un zángano, y que los que venían a oírle le tomaban el pelo. Pero mi padre es un santo. Involuntariamente pensé en don Pedro, Guillén, Eurípides, hijo de un zapatero y autor dramático. Prosiguió la Pinta: A me perdió un cura.

Cuando Fortunato bajaba de la cátedra deseando a todos la gloria por los siglos de los siglos, la unción del prelado corría por el templo como una influencia magnética; parecía que si se tocaban los cuerpos iban a saltar chispas de caridad eléctrica; el entusiasmo, la conversión, se leían en miradas y sonrisas; en aquellos momentos los vetustenses tomaban en serio lo de ser todos hermanos.

Las olas fosforescentes, rompiéndose con indecible furia contra la costa, lanzaban al aire sus espumas y salpicaduras, impregnadas de aquellos microscópicos organismos, y las cuales, mantenidas por el viento en suspenso en el aire durante algún tiempo, tomaban aspecto de niebla luminosa. ¡Qué admirable fosforescencia! dijo Cornelio . ¡No he visto en mi vida cosa más hermosa!

Unos tomaban un lápiz y dibujaban; otros pintaban a la sepia algunos paisajes de los alrededores, y Enrique, por complacer a una niña que tenía al lado, esculpía, valiéndose para ello de un cortaplumas inglés, un pedazo de madera, al cual iba dando la forma de una ermita, labor que ejecutan con éxito los pastores de los Alpes o de los Pirineos.

Los payos se subdividían en pordioseros, que iban todas las mañanas a Madrid a mendigar en las puertas de las iglesias, y quincalleros, que en el verano vagaban por las ferias de Castilla vendiendo baratijas y durante el invierno organizaban juegos tramposos en las afueras o tomaban parte en algún robo, si se ofrecía ocasión.

Váyase, Dougall, y que no se cambien en nada mis disposiciones. El marinero saludó y siguió de cerca al vigilante. Tragomer los siguió con la vista desde la puerta y observó que no tomaban el camino por el que habían entrado, por lo cual no debían pasar, al salir, por delante del centinela. La suerte se decidía en favor de Jacobo.

El espectáculo comenzaba con un baile, en que tomaban parte las señoras más bellas. Bajo uno de los arcos se presentaba una carroza de cristal, en donde venía el río Tajo cercado de muchas ninfas y náyades. Un segundo carro traía al mes de Abril, y uncido á él venía el toro del Zodiaco.

El médico del pueblo tuvo que asegurarle bajo palabra de honor que él respondía de que no habría novedad si se tomaban las medidas de precaución que él señalara.... Se hizo todo al pie de la letra. Se pidió prestado su mejor coche a una condesa de las cercanías; el cochero tuvo que jurar que los caballos no darían un paso más largo que otro; el carruaje se llenó de almohadones.

Recuerdo bien nuestras famosas batallas, aunque siempre las veía de lejos. ¡Lo que sentí muchas veces no haber aprendido á montar á caballo desde mi niñez, no ser hombre de campo, para improvisarme general lo mismo que los otros!... ¡Quién sabe si lo habría hecho mejor!... Las tales batallas podían ser tituladas así porque tomaban parte en ellas veinte mil ó treinta mil hombres.

Palabra del Dia

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