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Actualizado: 15 de junio de 2025
Algunas veces, la bestia, imitando al amo, detenía el paso y quedaba inmóvil, con las orejas desmayadas, como si dormitase, hasta que la despertaban un tirón de riendas y un juramento. La lluvia cesó al amanecer. Una luz violácea se filtró por entre las nubes, que pasaban bajas como si fuesen a rozar los tejados.
Fue el parecer del médico que melancolías y desabrimientos le acababan. Rogó don Quijote que le dejasen solo, porque quería dormir un poco. Hiciéronlo así y durmió de un tirón, como dicen, más de seis horas; tanto, que pensaron el ama y la sobrina que se había de quedar en el sueño.
Comparto vuestro gusto, señorita; viajar es la más interesante distracción. ¿Y vos habéis viajado? Sí, algo. ¿Conocéis los Ruddar, los Shakird-Pische, los Usbecks, los Tadjies, los Molahs, los Dehbaschi, los Pend-Baschi y los Alamanos? le interrogué de un tirón mezclando razas, clases y dignidades. ¿Y qué es todo eso? preguntó aturdido el barón. ¡Cómo! ¿no habéis ido nunca a Tartaria? No, jamás.
En la puerta de la escalera sonó un campanillazo, que denotaba el tirón brutal de una mano burda. Nelet salió rápido de la cocina, y haciéndolo retemblar todo con sus zapatos, corrió a abrir. Hubo en la antesala exclamaciones como berridos y caricias que parecían golpes, cual si alguien riñese a brazo partido. ¿Qué es eso? dijo doña Manuela, avanzando hacia la puerta.
Comprendió que todo movimiento que hiciese para levantarse daría por resultado un tirón doloroso semejante al que había sufrido. Era un esclavo de los extraños habitantes de esta tierra, y debía esperar sus decisiones, sin permitirse ningún acto voluntario. Mientras permanecía inmóvil fué examinando lo que le rodeaba.
El empleado preguntaba al Machaco, y éste contestó, sonriendo con sencillez infantil: Con ésta veintitrés. -Te han traído por un portamonedas de señora, ¿verdad?... Le darías tirón y echarías a correr. No, señor dijo el Machaco poniéndose serio . Lo saqué de dentro del bolsillo. Yo ya no hago esas cosas.
Los muertos se quedan inmóviles al borde de la vida, espiando a las nuevas generaciones, haciéndolas sentir la autoridad del pasado con un rudo tirón en su alma cada vez que intentan apartarse del sendero marcado por la rutina. ¡Qué tiranía la suya! ¡Qué poder sin límites!
En tanto Fortunata movía la cabeza afirmativamente con insolente dureza, repitiendo: «Soy... soy... soy la...». Pero tan sofocada estaba, que no articuló las últimas palabras. La Delfina bajó los ojos, y dando un tirón se soltó. Quiso decir algo, no pudo.
Con sólo un tirón arrancó el tamborcillo de las rodillas del cantor, arrojándolo inmediatamente contra su cabeza, y tal fue el ímpetu, que se rompieron los parches; quedando la caja como un gorro torcido sobre la frente ensangrentada del muchacho. Saltaron los atlots de sus asientos, sin saber ciertamente lo que hacían, pero llevándose todos las manos a la faja.
Aquel tirón derribó a los tripulantes. Antonio, soltando el timón, se vio casi en las olas; pero sonó un crujido y la barca recobró su posición normal. Se había roto el aparejo, y en el mismo instante apareció el atún junto a la borda, casi a flor de agua, levantando enormes espumarajos con su cola poderosa. ¡Ah, ladrón! ¡Por fin se ponía a tiro!
Palabra del Dia
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