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Actualizado: 7 de mayo de 2025
Apagola de un soplo, buscó a tientas la ventana y la abrió de par en par. Una ráfaga viva de viento y agua le azotó el rostro y penetró rugiendo por la estancia, echando a volar los papeles de la mesa. D. Álvaro aspiró con delicia el aire frío y húmedo, asomose a la ventana y expuso su frente ardorosa a la inclemencia del chubasco.
El resultado es andar á tientas, y verse precisado ó á suspender el juicio ó á caer en crasos errores. La carrera pública del hombre en cuestion no siempre está señalada por actos bien caracterizados; y ademas lo que haya en ellos de bueno ó malo, no siempre es bien claro si debe atribuirse á él ó á sus subalternos.
Luego se encaminaron a tientas a una butaca, pero no se habían sentado aún, cuando en una de las puertas interiores apareció el respetable cliente con una vela en la mano y seguido de dos testigos. La inocente muchacha aprovechó la confusión para hacerse humo.
A escape entrecogía ella como con alicates lo que andaba buscando a tientas en los pobres animalitos, y los dejaba aviados por docenas, sin que se le desgraciase ninguno en la operación. Luego los cebada y ponía gordísimos y los vendía muy caros. Yo preguntaría al padre Anselmo si oficio tan cruel es propio de ricashembras.
¿Sabes lo que estoy pensando? profirió ella al cabo buscando a tientas su mano y apretándola tiernamente . Pues pienso que si yo no fuese ciega no te querría tanto como te quiero... y me parece que tú tampoco me querrías a mí de este modo. Por tanto que no seríamos tan felices. Quizá sea como piensas repuso él inclinándose otra vez para besarla . Pero daría la vida por que recobrases la vista.
Cogió en esto el farol que le entregaba la mujer gris; y como yo, que ya estaba de pie, hiciera ademán de seguirle, echó por delante hacia la puerta y fuime tras él, medio a tientas, en cuanto salimos de la cocina, porque la desmayada luz del farol apenas se veía en las densas oscuridades de afuera.
La mesa está puesta, y entre el husmillo de una sabrosa sopa de anguila, queda todo en silencio, ese gran silencio de los apetitos robustos, que solamente interrumpe el feroz gruñir de los perros lamiendo a tientas sus cazuelas delante de la puerta. La velada no se prolongará mucho. Ya no quedamos junto al fuego, que también parpadea, más que el guarda y yo.
La vieja criada aparece con el candil. ¡Sopla esa luz, grandísima bruja! ¡Ave María! ¡Qué fieros! ¡Ni que le hubiera salido un lobo al camino! ¡He visto La Hueste! ¡Brujas fuera! ¡Arreniégote, Demonio! Sopla la vieja el candil y se santigua medrosa. Cierra el portón y corre a tientas por juntarse con su amo, que ya comienza a subir la escalera.
¿Qué tiene? ¿Qué pide? preguntaba con voz de angustia, como implorando luces y auxilio y fortaleza en el preguntar; mientras, a tientas, buscaba debajo del colchón los calcetines. Eufemia se encogió de hombros, y, acordándose del pudor, salió de la alcoba para que se vistiera el señorito.
Llovía una tarde; el cielo plomizo parecía rozar los tejados de las casas; en el salón había una luz difusa de bodega. Tocaban casi a tientas, avanzando las cabezas para leer en la mancha blanca de la partitura.
Palabra del Dia
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