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Actualizado: 27 de julio de 2025
El otro dia su colono N. le amenazó terriblemente. Y es muy malo..... Oh! terrible.... está acostumbrado á la vida bandolera.... vamos, tiene atemorizada la vecindad.... ¿Y cómo estaban ahora? A matar; esta misma mañana salian juntos de la casa del difunto, y hablaban ambos muy recio. ¿Y el colono solia andar por aquí?
Me sentía terriblemente enfermo y sin fuerzas. El cochero, que había sido informado de mi herida por el vigilante, abrió la puertecita de la cubierta para preguntarme cómo estaba, pero yo apenas pude articular unas pocas palabras. Si la herida era sólo superficial, ciertamente el efecto que producía en mí era extraño.
Ocultándose de Salvatti, que al verse en decadencia era terriblemente avaro, Leonora envió a su padre algunos centenares de francos desde Londres y desde Nápoles. El doctor devolvió los cheques a su procedencia sin añadir una palabra, a pesar de hallarse en la miseria. Entonces Leonora envió todos los meses algún dinero a la vieja bailarina, encargándola que no abandonase a su padre.
Si pasaba un soldadico: «¡Ah, señor capitán!», decía; y si otro hombre cualquiera: «¡Ah, señor caballero!» Si iba alguno en coche, luego le llamaba señoría, y si clérigo en mula, señor arcediano. En fin, él adulaba terriblemente. Tenía modo diferente para pedir los días de los santos; y vine a tener tanta amistad con él, que me descubrió un secreto con que en dos días estuvimos ricos.
Cuando Marroquín escribía, uno de los trabajos mayores era pelear con aquel vello de la muñeca, que le borraba a lo mejor los renglones: no tenía otro remedio que metérselos a cada momento debajo del puño de la camisa; pero a veces se impacientaba terriblemente. ¡Estos pelos indecentes!
Apenas me vio la respetable y repulida viuda, se puso de pie y exclamó terriblemente angustiada: ¡Oh, señor Greenwood, señor Greenwood! ¿Qué podemos hacer? ¿Cómo vamos a tratar a esta gente detestable? La pobre Mabel salió esta mañana y se dirigió en el bróugham a la estación Euston. Allí le entregó esta carta a Peters, dirigida para usted, y luego despachó el carruaje. ¿Qué significará todo esto?
Hubo unos instantes de confusión en que nadie se daba cuenta de lo que en realidad había pasado. La Amparo se había puesto terriblemente pálida y aún murmuraba sordamente denuestos. En cuanto León Guzmán averiguó, viendo en sus manos la llave, lo que había pasado quiso arrojarse sobre ella, y lo hubiera hecho faltando a lo que se debe un caballero, si Pepe Castro y Rafael no le hubieran sujetado.
Para aquella gente famélica el trépang no había sido más que un aperitivo. El agradable tufillo que despedían los cuerpos de los chinos puestos a asar en las brasas les excitaba terriblemente el apetito. Al fin tuvieron que perder sus últimas esperanzas, pues el Hai-Nam, impulsado por el viento que soplaba del Este, filaba rápidamente hacia el amplio golfo de Carpentaria.
Montiño alzó los ojos, y su mirada se encontró con la mirada negra y resplandeciente de la Dorotea. Por culpa de la situación, aquellas dos miradas fueron terriblemente criminales, y la Dorotea se puso encarnada, no de rubor, sino de despecho, porque había conocido todo el valor aparente de su mirada. Lo mismo y por la misma razón aconteció á Montiño.
No es decible lo que esto disgustó a Miguel, quien después de mandar el equipaje, se fue con el corazón oprimido hacia el muelle; pero antes se le ocurrió dar una vuelta por la iglesia. Como el tiempo apuraba, corrió hasta sofocarse; no vio rastro de Maximina en todo el ámbito del templo. Salió cabizbajo y llegó al vapor, que estaba pitando terriblemente en espera suya.
Palabra del Dia
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