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Actualizado: 28 de julio de 2025


Aguarda un momento respondió ella con acento de mal humor. Se echó sus pobres vestidos encima, encendió el candil y abrió la puerta. ¿No me has dicho hace un momento que tenías que hablarme? ¡! ¡Ya no me acordaba, rapaz!... No era más que una chanza... respondió ella, humilde al ver el rostro contraído del mancebo. ¿Cómo chanza? exclamó él rebosando ya de cólera. Esto no es asunto de chanza.

Cualquiera al escucharte, no viéndote, creería que no tenías miedo. Y estás temblando, Lerma. Temblando como un ratón delante del gato.

Cállate, cállate y no me saques la cólera, que al oírte decir que quieres a una tiota chubasca, me dan ganas de ahogarte, más por tonto que por malo... y al oírte hablar de conciencia en este tratado, me dan ganas de... Dios me perdone... ¿Sabes lo que te digo? añadió alzando la voz , ¿sabes lo que te digo? Que desde este momento vuelvo a tratarte como cuando tenías doce años.

Así, pues, dijo levantando el sitio: Te doy las gracias por tu confianza y tus consejos, mamá. Pensaré en todo esto. Pero , hijo mío, ¿no tenías una confidencia que hacerme? Raúl sufrió un estremecimiento significativo. ¡Liette! La había olvidado. Además la situación no era ya la misma... Y respondió balbuciendo avergonzado y confuso: Nada, mamá, una pequeñez... Raúl se subió a su cuarto.

Esto todo será que yo prosiga mi viaje, no con aquel contento con que le comencé, sino con toda melancolía y tristeza. ¡Oh buen hermano mío, y quién supiera agora dónde estabas; que yo te fuera a buscar y a librar de tus trabajos, aunque fuera a costa de los míos! ¡Oh, quién llevara nuevas a nuestro viejo padre de que tenías vida, aunque estuvieras en las mazmorras más escondidas de Berbería; que de allí te sacaran sus riquezas, las de mi hermano y las mías! ¡Oh Zoraida hermosa y liberal, quién pudiera pagar el bien que a un hermano hiciste!; ¡quién pudiera hallarse al renacer de tu alma, y a las bodas, que tanto gusto a todos nos dieran!

¡Imposible! replicó éste después de observar con gran fijeza a Nieves que parecía algo pesarosa de su arranque . Y ¿por qué ha de serlo? ¿Qué motivos hay para que lo sea? Hasta ahora todo te parecía simpático en él. La mayor tacha que le ponías era su lenguaje; y no porque te sonara mal, sino por extrañarte el sonido. ¡Bien poca cosa tenías que tacharle!

Una humilde choza por vivienda; un saco de paja por lecho; un haz de enea por almohada; una honrada esteva por oficio; pan, agua y salud por alimento; un ramo de tomillo por corona; los bosques, los mares y los cielos por poesía; el Dios que llena al mundo por esperanza; ¿qué más podia apetecer? tenias razon, madre de mi alma; me decias bien, madre de mi vida.

Tus miradas desdeñosas pasaban por encima de como si yo no hubiera existido. ¿Qué edad tenías entonces? Ella vacila un instante, y responde a media voz: Catorce años y medio. ¡Ah! entonces... dice él riendo. Pero estaba muy crecida... completamente desarrollada en aquella época replica ella vivamente. No habrías comprometido tu dignidad haciéndome dar una vuelta o dos por la sala. ¡Bueno!

LA CHOUTE. ¡Oh! ¡Lo que es ...! ¡Duermes con todo el mundo...! BEAUVALLON. ¡Es verdad...! Pero a ti estuve a punto de amarte...! ¡Nada de guasa...! ¡Cuando desapareciste sentí algo parecido a un disgusto...! En primer lugar, eras más linda y más joven que las otras... Tenías solamente veintitrés años... LA CHOUTE. ¡Veintidós...!

No dudo, primo querido, que será para ti asaz doloroso verte privado de esa hermosa finca donde tenías puestos tus amores, donde jugaste de niño, donde reposas de viejo, donde los árboles que tu mano ha plantado se yerguen soberbios en el espacio, y las reses que criaste pacen con sosiego sus hierbas aromáticas... Pero ésta es la ley fatal del Universo. Nada hay estable en él.

Palabra del Dia

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