Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 8 de julio de 2025


Hacía ya mucho tiempo que Machín no se ocupaba de Mary ni de para nada. No se le veía jamás por Lúzaro. Se iba acercando el día de nuestra boda. Una noche, al entrar en casa, vi a Machín que me esperaba en el portal. Me eché a temblar, lo confieso. ¿Qué querria aquel hombre? Tengo que hablar con usted me dijo. Bueno, pase usted a casa le indiqué. Pensé que no intentaría atacarme.

Aquel hecho insignificante, tan insignificante como el aplastar un grano de arena con nuestro pie, me hizo detener el paso, me hizo temblar, me hizo mirar a todos lados, puso en mis labios esta pregunta, que me dirigí lleno de confusión: «Pero, Gabriel, ¿te has vuelto bobo, o lo has sido toda tu vida

El ruido del aire que no se percibía abajo, aumentaba a medida que subíamos, rugía como un trueno en la escalera espiral y hacía temblar encima de nosotros las paredes de cristal de la linterna.

Me vino a la memoria lo que Oliverio había dicho en cierta ocasión, respecto de las personas que tienen el trabajo y la voluntad como único patrimonio, y detrás del espectáculo indiscutiblemente hermoso del heroísmo desplegado por un hombre que quiere, advertía mediocridades de existencia que me hacían temblar.

Demasiado se sabe que usted no se ha de casar con Valentina... Usted la quiere para pasar el rato por las noches con ella en el corredor y hacer sus escapaditas adentro, ¿verdad? Y después ¡ahí queda eso!... La verdad, yo quería mucho a esa niña... La voz del barbero volvió a temblar y la mano también. Pablito no pudo siquiera hacer otro tanto. Estaba petrificado.

Para anunciar a sus compañeros en la sala de estudio que venía el Padre Fernández, varón pesado cuyos pies de plomo hacían temblar el pavimento, decía: Cavete Ferdinandum.... Ecce draco.... Exaudite... quatit ungula campum.

Había testas enormes, que parecían temblar por su peso sobre el cuello delgado y débil; otras presentaban por detrás un ángulo recto, un corte radical, que denunciaba la anulación de gran parte de la masa encefálica.

»A esta dicha inesperada para él, Carlos lanzó un grito de alegría, levantó las manos al cielo y cayó a mis pies, presa de un delirio que me hizo temblar por su razón y por su vida. Habituado, hacía mucho tiempo, a luchar con el dolor, su corazón no estaba dispuesto para recibir tan agradable impresión, y, demasiado débil para soportarla, sucumbió al exceso de su felicidad.

Me echo á temblar al representarme que hubiera podido sospecharlo. Nadie sabe más que , el Comendador y yo, que D. Carlos me pretende; pero Dios sabe mi pecado, del que estoy arrepentida. Ha sido enorme perversidad en dar alas á ese galán con miradas dulces y profanas sonrisas... casi involuntarias... te lo juro. No por eso me pesan menos en la conciencia.

Además, el revólver estaba mal cerrado y en la caída se le había salido una cápsula cosa que se explicaba perfectamente de parte de una mujer poco práctica en el manejo de las armas, de una suicida cuyas manos debían temblar por otras razones; pero que en un asesino sería inexplicable.

Palabra del Dia

buque

Otros Mirando