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Actualizado: 17 de junio de 2025


Llevaba la dura cabellera dividida en numerosas trenzas, cada una con un lacito en la punta, y procuraba taparse con la enorme redondez de sus brazos una parte del pecho cobrizo, no menos exuberante, puesto al descubierto por el desabrochado corpiño.

El espectáculo nacional, animado y sangriento, estaba muy conforme con su naturaleza violenta, indómita. Cuando veía a otras señoras taparse los ojos o hacer otros melindres ante las peripecias de la corrida, reía sardónicamente, como si dudase de la sinceridad de su espanto.

Y luego, cuando el sacerdote consumía: «Bendito sea el Señor que me ha deparado la ayuda del marqués de Saldeoro, ese caballero sin igual, fino y atento como no hay otro... ¡Y qué hermosos ojos tiene, qué guapo es y con qué elegancia viste! Aquello es vestirse; lo demás es taparse... ¡Qué bien habla, y cómo se interesa por !

Yo experimentaba una intensa antipatía por las artes, pero sobre todo, por la música, puesto que la maldita etiqueta no permite taparse los oídos, mientras que es lo más fácil no mirar un cuadro o darle la espalda. Con todo, cuando el señor de Couprat tocaba valses, lo escuchaba con gusto y largo rato; mas, era él lo que me gustaba y no los valses.

Se diría que doña Luz procuraba taparse los oídos interiores del alma, y que, a pesar de esto, oía a veces una voz honda, delgada y penetrante, que la zahería, diciendo: «¿Es posible que hayas sido tan vana que hayas imaginado que te amaba este bendito siervo de Dios? ¿No es ridículo que te hayas atormentado de puro presuntuosa, calculando los estragos de un mal involuntario que suponías haber hecho? ¿No temes que el diablo se ría de ti, y que Dios también se ría, si en Dios cabe risa, cuando miren en lo interior de tu conciencia y vean cuánto te halagaba, a la par que te asustaba, la fatua invención de que ibas a matar de amor y de celos a este pobre fraile?

Su imaginación, ofuscada por el miedo, había concebido antes de llegar allí las mayores brutalidades; palizas horrorosas, el cuerpo magullado, la cabellera arrancada, pero... ¡rezar y taparse la cara! ¡Morir! ¡Y tal enormidad dicha tan fríamente!... Con palabra atropellada, temblando y suplicante, intentó enternecer a Teulaí. Todo eran mentiras de la gente.

Tenía buena fama en el lugar y echábase a dormir con ella y con cuantos querían; templaba gustos y careaba placeres. Llamábase la Paloma; alquilaba su casa y era corredora para alquilar otras. En todo el año no se vaciaba la posada de gente. Era de ver cómo ensayaba una muchacha en el taparse, lo primero enseñándola cuáles cosas había de descubrir de su cara.

En cuanto á la costumbre de taparse la cara con el velo ó manto, propiamente llamado almalafa , ya dejamos apuntada la disposicion legal en que se funda esta que de pronto parece señal de esquisita pudicicia , y que en realidad es solo cebo artificioso y pretesto hipócrita del lenocinio, segun muy autorizados votos . Mahoma la recomienda sin duda porque la halló establecida en el Oriente, donde era el manto considerado como ornamento para las casadas, y como adorno y velo para las doncellas.

Las hurís africanas se suceden unas a otras y en un francés imposible, grotesco, os invitan a pasar el puente del Sirat; basta, para no sucumbir, recordar el procedimiento de Ulises y taparse, no ya los oídos, sino las narices, lo que es más eficaz. Pululan, salen de todas partes, hasta que es necesario apartarlas con violencia.

Desde este momento nada quedaba que hacer para los tímidos, sino taparse los oídos y cerrar los ojos. Los demás vuelan a las armas por todas partes; el tropel de los caballos hace retemblar la Pampa, y el cañón enseña su negra boca a la entrada de las ciudades. Me es preciso dejar a Buenos Aires para volver al fondo de las demás provincias a ver lo que en ellas se prepara.

Palabra del Dia

rigoleto

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