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Actualizado: 17 de mayo de 2025


En un remanso del estanque, enorme macizo de malangas ostentaba su vegetación exuberante y tropical, y sus gigantescas hojas, abiertas como abanicos de tafetán verde, se mantenían inmóviles.

ALBOR. Ya el cristiano ha recogido Sobre la pica ferrada El tafetán descogido De la bandera cruzada. Ya Mendozas y Guzmanes, Leivas, Toledos, Bazanes, Enríquez, Rojas, Girones, Pachecos, Lasos, Quiñones, Pimenteles y Lujanes, Truecan las armas por galas, Por música el atambor, Y por las plazas las salas; A Belona por Amor, A quien nacen nuevas alas.

Un momento después abriose la puerta que comunicaba con la cuadra del baño, y el mancebo vio aparecer a la hermosa morisca, con los cabellos retenidos por linda almadraba de hilo de oro y esmeraldas redondas. Un blanco velo caía desde su cabeza hasta los anchos calzones de verde tafetán, adornados con glandes.

Sentado a su lado, en el pescante, iba el marqués de Sabadell, afable y cariñoso, defendiendo de los rayos del sol el rostro de la dama con una gran sombrilla de grueso tafetán encarnado, y atento siempre a remediar con su vigoroso puño cualquier descuido que en su ardua tarea de guiar el coche pudiera tener el aristocrático cochero.

Tiene por distintivo el Excelentísimo Ayuntamiento, según Real cédula de 9 de Noviembre de 1819, en vez de la banda de tafetán encarnada, concedida por Real orden de 27 de Julio de 1807, una cinta roja de aguas de una mano o algo mas de ancho, con los cantos de color de plata, dos borlas de oro a sus estremos y el escudo de armas de la ciudad en el pecho con una orla, y en ella el siguiente lema: En premio de lealtad.

Un grito de júbilo se escapó de todos los pechos al aproximarse el carruaje. Don Rosendo, conmovido, sacó la cabeza, por la ventanilla y se quitó el sombrero ostentando el pedazo de tafetán inglés. A su vista, el público lanzó un ¡hurra! formidable. El vehículo fué escoltado por la muchedumbre.

Con corta diferencia se hallaba todavía en el estado en que la pinta Cervantes, pues las representaciones se hacían, ordinariamente, sin más aparato que unas cortinas de indiana ó lienzo pintado, pendientes de una cuerda, que atravesaba de una parte á otra la embocadura, á diez palmos de elevación; el foro lo formaba también una cortina de tafetán carmesí, y ésta tenía detrás otra, á distancia de ocho palmos, con lo cual se figuraba algún solio ó cosa semejante.

Luego conocí que querían las barcas correr el palio, que se mostraba puesto en el árbol de otra barca, desviada de las cuatro como tres carreras de caballo; era el palio de tafetán verde, listado de oro, vistoso y grande, pues alcanzaba a besar y aun a pasearse por las aguas.

El Rey, para ocultar sus pecados, hacía que profesasen muchos de sus hijos bastardos, y los caballeros ricos se arruinaban por cómicas ingertas en cortesanas, como la María Beson, «que vino de Francia tan cargada de escudos como de enfermedades», o la Antonia Infante, que usaba en la cama sábanas de tafetán negro. Y a tal nación, tal corte.

Olvidábaseme de decir como el tal mase Pedro traía cubierto el ojo izquierdo, y casi medio carrillo, con un parche de tafetán verde, señal que todo aquel lado debía de estar enfermo; y el ventero prosiguió, diciendo: -Sea bien venido vuestra merced, señor mase Pedro. ¿Adónde está el mono y el retablo, que no los veo?

Palabra del Dia

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