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Actualizado: 11 de julio de 2025


En este día de fiesta, como en todas las demás ocasiones durante los siete últimos años, llevaba Ester un traje de paño burdo de color gris, que no tanto por su color como por cierta peculiaridad indescriptible de su corte, daba por resultado relegar su persona á la obscuridad, como si la hiciera desaparecer á las miradas de todos, mientras la letra escarlata, por el contrario, la hacía surgir de esta especie de crepúsculo ó penumbra, presentándola al mundo bajo el aspecto moral de su propio brillo.

En la composición dramática, tal como él la comprendía, debía haber siempre constante movimiento interior, y cada escena influir enérgicamente en el desarrollo de la acción principal; de un suceso debía siempre surgir otro; en lo anterior indicarse ya lo que había de sucederle, y todos los elementos aislados juntarse necesariamente para constituir un conjunto harmónico.

¡Oh sueño de la cuna! ¡Plegaria de la infancia! ¡Voz que siempre acaricia del mal en la ignorancia, religion que se esparce y sonrie al surgir, preludio del concierto que en la noche se exhala!... Como el pájaro esconde su pico bajo el ala, en la oracion el niño mece su alma al dormir. ¡ á rezar, hija mia!

Fanales suspendidos en la altura, alborada magnífica de Mayo rival eterna de la noche obscura, préstame de tu luz vívido rayo. Envuelta en densa bruma no sabe a donde va la mente inquieta; dale tu luz al alma del poeta, tus tintas a su pluma. Cantar quiero a María Inmaculada, aquel primer momento en que al surgir de la impalpable nada, tuvo lugar el sin igual portento.

Y el agua de la fuente cae con un manso susurro interminable... El cielo se nubla; relampaguea; caen sonoros goterones sobre la parra. Y un chubasco se deshace en hilos brilladores entre los pámpanos. Verdú mira el sol que de nuevo ha vuelto a surgir tras la borrasca. Don Víctor, en un rincón, siempre inmóvil, siempre triste, muy triste, se acaricia en silencio sus blancas patillas ralas.

Los sucesos sorprendentes, las situaciones interesantes, que excitan la curiosidad, y hace surgir el poeta de estos motivos, eran ya proverbiales en vida del autor: llamábaseles Lances de Calderón, y no faltaban entonces personas, que criticasen la repetición constante de causas iguales para atraer la atención. Nuestro mismo poeta aprobaba estas observaciones, y hasta las formulaba chanceándose.

Envidiaba la facilidad de su capitán para encontrar las palabras. La más simple de sus ideas sufría angustiosamente antes de surgir de su boca... Pero al fin, poco á poco, entre balbuceos, fué diciendo su odio contra aquellos monstruos de la industria moderna que deshonraban el mar con sus crímenes.

La ciudad ya próxima comenzó a surgir. Su visión se dilató. Bóvedas y torrecillas paralelas crecían, parecían moverse, lentamente, hacia el vuelo jadeante del tren. Algunas casuchas del suburbio, como emboscadas junto a la vía, asomaban rápidamente, y cada una, al pasar, parecía volcarse en la penumbra. El tren corría a la altura de los tejados ceñidos contra el paso a nivel.

Ahora yo no puedo, no debo, no quiero sospechar que se haya burlado hasta de esa ley. Y sin embargo, ¿de qué me sirve pensar estas cosas, decirlas en alta voz, escribirlas, si la duda me embarga y me atormenta? »Poco a poco, pero con claridad perfecta, la he visto surgir, crecer, agigantarse. La duda angustiosa se convierte en ciertos momentos en desesperada certidumbre.

Como el áspero mármol que la mano del artista desbasta, esculpe y modela haciendo surgir de la brutal materia la forma encantadora, fue Lázaro trasformándose por el estudio, abriendo cada día con mayor avidez los ojos a la luz de la fe, sintiendo penetrar dulcemente en su alma un algo indefinible que caía sobre su corazón como el rocío del cielo sobre el brote de la planta.

Palabra del Dia

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