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Actualizado: 2 de mayo de 2025
No digo yo lo que antecede en son de censura contra el libro del Sr. Danvila. No acierto yo a concebir cómo el libro hubiera podido escribirse de otra manera; cómo su autor hubiera podido relegar a segundo término al rey Don Sebastián y la catástrofe de Alcazalquivir; la caída de una nación tan heroica, casi en el momento de su maravillosa expansión y de su mayor auge.
Con estos hechos, mientras las pruebas del proceso no aparezcan, hay, pues, motivo para relegar el supuesto intento de D. Rodrigo de Mur, en unión con el de los irlandeses de Londres y algunos más, á la categoría de cuentos intencionados, con la presunción de que los ejemplares de verdaderos atentados de la época servirían á la credulidad sin otro examen.
Estraño es por lo menos que hombres que deben estar al corriente del progreso terapéutico, acusen á los homeópatas de no tener jamás en cuenta las causas, por atenerse tan solo á los síntomas de las enfermedades que tratan. No es esta sola la acusacion que se dirige á los homeópatas, pues Mr. Trousseau se entrega al vano pasatiempo de relegar la homeopatía entre las doctrinas desechadas.
Y antes que relegar a Menéndez a un lugar del verso indigno de su filantropía, prefirió renunciar al soneto. Esta falta de inspiración poética y de consonantes en éndez, no le desanimó ni ajó su orgullo de artista, que al fin no era muy grande; después de todo, si bien se miraba, la poesía está como reconcentrada en la música.
Treinta y tres contaba cuando en el año cuarenta asistió a la boda de la reina de Inglaterra, acompañando al enviado extraordinario de la corte de España, y los mismos tenía cuando, en 1853, presenció la de su sobrina Eugenia de Guzmán con el emperador Napoleón III; casamiento desigual, messa alianza humillante que reprobó en absoluto el tío Frasquito, por no satisfacerle de todo la prosapia de Bonaparte, y aunque nunca llegó a relegar al nuevo sobrino a la categoría de los espurios, tampoco consintió en designarle de otro modo que con el nombre de mi sobrino el conde consorte de Teba .
En este día de fiesta, como en todas las demás ocasiones durante los siete últimos años, llevaba Ester un traje de paño burdo de color gris, que no tanto por su color como por cierta peculiaridad indescriptible de su corte, daba por resultado relegar su persona á la obscuridad, como si la hiciera desaparecer á las miradas de todos, mientras la letra escarlata, por el contrario, la hacía surgir de esta especie de crepúsculo ó penumbra, presentándola al mundo bajo el aspecto moral de su propio brillo.
Palabra del Dia
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