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Cuando preguntamos si el número de los términos es infinito absolutamente, prescindimos de la condicion con que habíamos unido la negacion de límite: lo que era pues infinito en un caso, no puede serlo en otro: no hay una verdadera contradiccion; porque el y el se refieren á suposiciones diferentes.

El pobre Taboada estaría, sin duda, en aquellos momentos hablando á Olga de sus ilusiones y sus esperanzas, sin sospechar que la muerte le aguardaba en la calle. Debéis mirarlo como persona sagrada que decía el general en voz baja . ¡Únicamente en caso de que escapase!... Se trastornó todo el edificio de suposiciones elevado por mi inducción.

Lo que ella disimuló, y no reveló ni a su hermano ni a nadie, fue el enjambre de suposiciones y de ensueños que los versos suscitaron en su fantasía.

Es verdad que don Juan había supuesto de la hermosa menina menos de lo que ella era, ya se tratase de hermosura de cuerpo, ó de hermosura de alma; de ternura hacia el ser que tuviera la fortuna de ser amado por ella, de tesoros de pureza reservados para aquel hombre; don Juan se había enamorado de sus suposiciones, y de ver que sus suposiciones habían sido mezquinas, debía enamorarse todo cuanto su alma era capaz de amar, que lo era hasta lo infinito; don Juan, pues, moría pensando en doña Clara, sufría recordando á la Dorotea.

Hoy, la aparición de aquel buen mozo en la misma ventana de otro tiempo... turbaba sus ideas como una interrogación. Su nombre, sus facciones, su edad, todo era materia de suposiciones y de hipótesis. Siendo capitán y estando condecorado, debía de tener veinticinco o treinta años, aunque apenas los representaba.

Paco hizo las más extrañas y alarmantes suposiciones. ¿Si habrá enfermado en el camino y se habrá quedado en alguna estación? ¿Si merced a esa cordialidad de la tertulia de Rosita, el pobre Braulio, que es enclenque y nada ágil, habrá tenido también que andar a tiros o a sablazos y le habrán enviado cordialmente al otro mundo?

Pero los más avisados prescindían de suposiciones y comentarios, limitándose a decir que sólo se sabría la verdad cuando el coronel Sarto tuviese a bien revelarla. Así charló Juan hasta que lo despedí, y me quedé solo, pensando no en lo porvenir, sino, como sucede a menudo después de las grandes crisis, en los sucesos de aquellas últimas semanas, pasándoles mental revista con verdadero asombro.

Pues les costará carísimo. ¿Con quién se habrá casado esa mujer? ¿Qué señor Martínez será ese? ¿A que está nadando en la opulencia y resulta inútil cuanto yo intenteAl tornar hacia el centro de Madrid, llevaba la cabeza llena de dudas, conjeturas y suposiciones.

Más bien será una huérfana con su hermano. No, porque él no está de luto. Entonces será su novio. Aquellas suposiciones me hacían gracia. Aquellos señores bajaron en Versalles y Elena y yo nos quedamos solos hasta París. Iba despierta, y como observé que me miraba de reojo a través de su velo, le dirigí algunas palabras animadas con una sonrisa.

Y la joven se expresaba con serenidad, con frescura, como si se tratase de la honra de otra y aquel Roberto fuese un infeliz a quien calumniaban. Juanito no podía contener su asombro. ¡Dios mío! ¡qué gente aquélla! ¿Y era su hermana la joven que permanecía tranquila ante suposiciones ofensivas para su dignidad?