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Actualizado: 3 de junio de 2025
Al pintar los sufrimientos que el pecado origina, abandonó el camino trillado de hablar de las penas materiales del infierno, y sólo describió los padecimientos espirituales, las congojas y las angustias que el alma siente cuando se ve privada por su culpa del amor del Creador; pero los pintó con tan sombríos colores y con tal fuerza de expresión, que aquel padecer infinito, aquella soledad profunda, aquel silencio y obscuridad causaron más efecto en la fantasía del concurso que el fuego y las culebras de costumbre.
Y aseguran que, cuando murió, fué porque todos sus gatos se le echaron encima, clavándole las uñas en el cuello, y desgarrándole la garganta en girones, hasta dejarlo, después de horribles sufrimientos, exánime en un charco de su propia sangre.
En la vida de Santo Tomás, arzobispo y mártir, de Guillermo Fitzstephen, escrita hacia el año de 1182, según la opinión más probable, se habla así de Londres: «En Londres, en vez de piezas teatrales, en vez de juegos escénicos, hay más santos espectáculos, representaciones de los milagros, que han hecho piadosos confesores, ó de los sufrimientos que tanta gloria dieron á los mártires.» De estas palabras se deduce que los espectáculos profanos eran conocidos en la Europa contemporánea.
Mal que pese a los que pretenden negar la influencia del terruño, sentía yo que había en mi ser algo local, resistente, que no abandonaría jamás por completo; y, si el deseo de aclimatarme se hubiera manifestado en mí, seguro estoy de que los mil vínculos de los orígenes que no es dable desarraigar, me habrían advertido por medio de continuos sufrimientos, que sería la mía tarea inútil.
No puedo menos de reconocer que manifestáis un gran respeto por nuestros sufrimientos; pero sois todavía muy joven, y hay cosas que no se os alcanzan. Así, pues, voy a deciros algo que aniquilará por completo vuestra argumentación, y que hasta os hará, de fijo, poneros colorado. ¿Qué se hará de los niños, señor? ESCIPIÓN. ¿Qué niños? CLEOPATRA. Pues los que nos hemos dejado en casa.
La marquesa, la anciana señora de virtud intachable, de educación exquisita, escuchaba aquel torrente de denuestos muda e inmóvil, con la cabeza baja y las lágrimas en los ojos, semejante a la estatua de la paciencia, contemplando sus propios sufrimientos.
He aquí los que recuerdo, y que son conocidísimos y se han transmitido de padres a hijos durante cien generaciones: No parece sino que el poeta popular y desconocido que compuso este villancico de la gitanilla, quiso, a propósito del Niño Jesús, encerrar en una triste predicción la que ante la cuna de todos los niños puede hacerse de los sufrimientos que los esperan en la vida.
Y todo ¿por qué? Por haber tenido la desgracia de amar á una criatura feroz que jugaba con mis sufrimientos y se felicitaba por mi abyección. Lea levantó los brazos y por primera vez miró á Jacobo con ojos aún turbados por el terror. ¡No! No por haber tenido la desgracia de amarla, replicó, sino por haber cometido la indignidad de hacerla traición...
Parecía cantar en sus oídos la poética romanza de Heine, en la que describe cómo el caballero Tannhauser se arrancó de los brazos de Venus por sólo el gusto de conocer de nuevo del dolor humano. «¡Oh Venus, mi bella dama! Los vinos exquisitos y los tiernos besos tienen ahíto mi corazón. Siento sed de sufrimientos.
La mayor parte de las neuralgias son congestivas, pero en un organismo debilitado, en el que la sangre no está enérgicamente dirigida por la tonicidad de la fibra; la rubicundez limitada de la cara, en la que se reflejan los sufrimientos del sistema ganglionar, tiene el mismo orígen, y los capilares ejercen una influencia pasiva.
Palabra del Dia
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