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Actualizado: 10 de agosto de 2024


«Amor dice uno de los más admirables místicos españoles , es río de paz, dulce sueño del alma, transformación del hombre que ni piensa ni siente ni quiere más que amor. Como a la flor se sigue el fruto, se sigue a la perfección el amor ardiente.

¡Puede darse una infamia semejante! exclamó Stein, dejando caer la carta al suelo . Mi pobre María tiene envidiosos, y sin duda son mujeres de teatro. ¡Pobre María!, enferma y quizá durmiendo ahora sosegadamente. Pero veamos si su sueño es tranquilo. Anoche no estaba bien. Tenía el pulso agitado y la voz tomada. ¡Hay tantas pulmonías ahora en Madrid!

Pasó la noche sin dormir, saltando de su lecho para pasear por el puente y volviendo á meterse en el camarote con un deseo siempre incumplido de lograr un poco de sueño.

Sin duda había pasado gran parte de la noche haciendo números, para correr al Casino á la hora de su apertura, con los ojos cargados de sueño, sin fijarse en el adorno de su persona, como si le faltase el tiempo para poner en práctica alguna portentosa combinación acabada de inventar. Siempre que la encontraba, el príncipe, con una astucia pueril, aludía á la suerte de su hijo.

Tenía la actitud de abandono que presta el sueño. El calor concentrado bajo la carpa animaba sus mejillas de ardores un poco más vivos y entre los labios medio abiertos veía yo brillar la extremidad de sus dientes blancos como los dos bordes de una concha de nácar. Nadie más que yo asistía al sueño de aquel ser encantador.

Una pasión convertida en aborrecimiento y cuya levadura fermentaba siempre con violencia en el corazón de la solterona. Hacia el año 1867, el señor Guichard, soltero muy rico y cuyos herederos eran su sobrino, Fortunato Roussel y su sobrina Clementina Guichard, había acariciado el sueño de no dividir su fortuna y de casar á sus sobrinos.

Por un instante tuve el intento de aplazar indefinidamente este día, juzgando que era muy joven para morir de modo tan desastroso: mas pronto revoqué mi acuerdo por motivos de delicadeza, y pedí se me ejecutara al día siguiente. Hay que confesar que tengo un sueño muy digno.

La época que media desde la última cruzada hasta el descubrimiento del nuevo mundo es época de confusion y caos, en cuyo fondo sin embargo duerme el sueño de la gestacion el mundo moderno.

Rezaba el cura, y a lo lejos parecían contestarle las ventanas del salón, bocas de luz que lanzaban arpegios de piano y trinos de romanza. Las oraciones fúnebres hablaban de la tierra, materia original, del polvo al que retornamos, del gusano compañero miserable de nuestro último sueño.

De la existencia no se puede inferir la necesidad; el testimonio de la conciencia se limita á cerciorarnos del hecho; pero en esta misma conciencia no encontramos ningun indicio de que este hecho sea necesario, de que no haya dependido de un agente superior; muy al contrario, el sentimiento de nuestra debilidad, la brevedad del tiempo á que se extienden los recuerdos de nuestra conciencia, la interrupcion natural y periódica que en ella experimentamos durante el sueño; todo manifiesta que el hecho de la conciencia no es necesario, y que el ser que lo experimenta ha comenzado de poco tiempo atrás su existencia, y que podria perderla, siempre que dejase de conservársela el ser infinito.

Palabra del Dia

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