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Actualizado: 20 de mayo de 2025


¡Y estos zagales, condenados al salvajismo desde su nacimiento, como las criaturas a las que se deforma para explotar su fealdad, ganaban treinta reales al mes, a más de una triste pitanza que no acallaba los estremecimientos de su estómago excitado por el aire de la montaña y las aguas puras de las fuentes! ¡Y sus jefes, los yegüeros y vaqueros, tenían dos reales y medio cuando más, sin fiesta alguna durante el año; todos los días lo mismo, viviendo aislados, con su mísera hembra que procreaba pequeños salvajes, dentro de un chozón, negro y ahumado, un verdadero ataúd sin más entrada que un agujero de madriguera, las paredes de pedruscos sueltos y una cubierta de hojas de corcho!...

Numerosos movilizados de aspecto popular que marchaban sueltos hacia las estaciones encontraron á un señor que los detenía con timidez, se llevaba una mano á un bolsillo y dejaba en su diestra el billete de veinte francos, huyendo inmediatamente ante sus ojos asombrados.

Ella, con tiernísima solicitud, exclamó muy alarmada: ¡Jesús, Fernandito, me dan miedo esas cosas!... ¿Están sueltos?... ¿Muerden?... ¡Ca, no!... Si son unos negros cualquiera... ¡Más feos!... Y se abrochaba con disimulo el gabán, para ocultar a Currita que llegaba su consideración a los antropófagos hasta el punto de visitarlos a las diez de la mañana, de frac y corbata blanca.

Es el salón de Damas un atractivo más del hermoso edificio donde se reconcentra la animación termal; allí las señoras abonadas al Casino pueden refugiarse, sin temor a invasiones masculinas; allí están en su casa, y son reinas absolutas, tocan el piano, bordan, charlan, y a veces se deslizan hasta el lujo de un sorbete o de alguna confitura o bombón que roen con igual deleite que si fuesen ratoncillos sueltos en un armario de golosinas.

Cuando Pomerantzev hubo conseguido que todos los enfermos se sentasen en semicírculo, la señora de los cabellos sueltos propuso de repente que se jugase un rato al anillo, y no hubo ya tribunal posible. Media hora después, Pomerantzev y Petrov charlaban amistosamente, como si nada hubiera ocurrido: habían olvidado por completo su desavenencia.

Entonces, sueltos los caballos y buscando los jinetes los pasos menos inseguros, solían rodar unos y otros, y cada cual por su lado, como troncos inertes; lo que no divertía gran cosa a don Simón, aunque hacía reír más de una vez a sus acompañantes.

Recorté los sueltos más calurosos y los guardé en un sobre para dárselos a Gloria aquella noche. ¡Qué ajeno estaba, cuando los metía en el bolsillo, de lo que iba a suceder! Durante el almuerzo, la conversación, claro está, versó sobre la velada.

Primeramente dispuso marchase un destacamento de 200 veteranos, á cargo del capitan de infanteria D. Sebastian Sanchez; y á pocos dias nombró otro de igual número, inclusa en él la compañia de granaderos del batallon de infanteria de Savoya, á las órdenes de su capitan, el Teniente Coronel D. Cristóval Lopez: y no contento aquel celoso y acreditado General con estas diligencias, envió tambien algunos oficiales sueltos para que pudiesen contribuir al arreglo y enseñanza de las milicias, y mandar las operaciones militares que ocurriesen en aquellas provincias para sugetarlas y mantenerlas en la debida obediencia al Soberano.

Al salir por la Puerta de Toledo vio la nieve inmaculada y tersa, sin una huella, sin el pisoteo fangoso de las calles, igual y brillante, como una inmensa mortaja que cubría el río, los montes, las viviendas, y de la cual surgían los árboles como hilos sueltos.

Estaba suscripto a periódicos de todos colores, y los gozaba por igual. Si alguna predilección mostraba, era únicamente por los artículos y sueltos intencionados.

Palabra del Dia

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