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Actualizado: 5 de julio de 2025


Saludóle aquélla con tanto afecto, que Castro, cada vez más inquieto, volvió a dirigirle una larga e intensa mirada de análisis. Por espacio de algunos días el joven entomólogo esperó con zozobra que Clementina se detuviese a la puerta de su casa y subiera a cumplir la promesa. Sus esperanzas quedaron defraudadas.

Sin embargo, doña Martina, que estaba realmente enojada, al cabo de pocos minutos llamó al ayo de los niños para que subiera a acostarlos, y ordenó al lacayo que condujese a Miguel a su casa. El chico se despidió, todavía confuso, de la tertulia, y dejó la casa de su tío, situada en la calle del Prado, y se fue paso entre paso con el lacayo hasta la suya, que estaba en la del Arenal.

Adoraba al valeroso comendador: era su verdadero ascendiente, el mejor de todos, el rebelde, el demonio de la familia. Al entrar en la torre encendió luz, se envolvió en el jaique de burda lana que le servía para sus excursiones nocturnas, y tomando un libro quiso distraerse de sus pensamientos hasta que Pepet le subiera la cena. La tempestad pareció fijarse sobre la isla.

Cuando le venía al pensamiento la idea de formular su petición, se empapaba todo su ser en repugnancia, como si por los poros le entrara un licor asqueroso y amargo y corriese por sus venas y le subiera al paladar. Varias veces quiso hacer su demanda y faltáronle fuerzas para ello. Hasta pensó no decir nada y huir de aquella casa.

El cuerpo se iba pareciendo al de una vaca que se pusiera en dos pies. En cuanto vio venir a su sobrina, cogió de encima de la mesilla una llave enorme, que parecía la llave de un castillo, y alargándosela le dijo que subiera a la casa si quería. Las otras dos tiorras miraron a la joven con descarada curiosidad. A una de ellas la conocía Fortunata, a la otra no.

El mismo Capitán, para acelerar una operación que tanto podía contribuír a poner a flote el junco cuando subiera la marea, había trabajado con sus propias manos para efectuarla; después se dedicó, en unión del viejo piloto, a trasladar a la banda de babor los víveres, los baúles y todos los objetos pesados para aligerar la banda de estribor, que se apoyaba en el banco.

Como no querían abandonar la chalupa, que podía caer en manos de los piratas, y sin ella no podrían seguir su viaje al mar de las Molucas, y considerándose bastante alejados de la desembocadura del río y, por lo tanto, de sus enemigos, decidieron dormir allí hasta que subiera la marea.

Por fin, al caer el telón tras el último acto del melodrama, cuando no quedaban más que un intermedio y el sainete, don Juan, ya tan impaciente que aun sin permiso ni consentimiento subiera, repitió la seña de levantar la cabeza como preguntando: «¿VoyEntonces Cristeta le dirigió una mirada cariñosa, haciendo al mismo tiempo un gesto de conformidad, que quería decir: «Ven

Y por eso tiene Leto un yacht tan lujoso. Cada lunes y cada martes le zarandea por la mar. Ayer salió a media mañana, con su correspondiente pitanza, por si acaso... eso es. Pues volvió entre día y noche, como dije a usted en mi carta. Quise que subiera hoy a Peleches... pues ¡caray! casi de rodillas me pidió que no le diera comisiones de esa clase.

A esta conclusión llegaba el Magistral aquella noche, en que, después de larga conversación con su madre, se encerró en su despacho a repasar en la memoria todo lo que él sabía de los sacrificios que aquella mujer fuerte había emprendido y realizado por él, porque él subiera, porque dominase y ganara riquezas y honores.

Palabra del Dia

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