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Actualizado: 22 de mayo de 2025
El verbo Ser hizo una especie de cadalso ó tribuna con dos admiraciones y algunas comas que por allí rodaban, y subió á él con intención de despotricarse; pero le quitó la palabra un Sustantivo muy travieso y hablador llamado Hombre, el cual, subiendo á los hombros de sus edecanes, los simpáticos Adjetivos Racional y Libre, saludó á la multitud, quitándose la H, que á guisa de sombrero le cubría, empezó á hablar en estos ó parecidos términos: «Señores: la osadía de los escritores españoles ha irritado nuestros ánimos, y es preciso darles les justo y pronto castigo.
No había modo de entenderse. Castelhum subió hasta el obraje y vió el stock de madera en el campamento, sobre la barranca del
Lo menos había media legua desde la puerta al altar... Y mientras más andaba, más lejos, más lejos... Llegó por fin y subió los dos, tres, cuatro escalones, y le causaba tanta extrañeza verse en aquel sitio mirando de cerca la mesa aquella cubierta con finísimo y albo lienzo, que un rato estuvo sin poder dar el último paso.
El batallón, reducido a la mitad, formó el cuadro detrás de la aldea de Charmes y subió lentamente por el valle del Sarre, deteniéndose de vez en cuando, como un jabalí herido que hace frente a la jauría, cuando los hombres de Piorette o los de Falsburgo le hostigaban mucho. Así terminó la gran batalla del Falkenstein, conocida en la sierra con el nombre de Batalla de las Peñas.
Me dió un silencioso beso en el cuello, y sus labios abrasaban. Yo empecé á sentir no sé qué por aquel hombre. Me parecía hermoso, y luego... me trataba como no me había tratado ninguno. Los otros me habían tratado con desprecio. El me trataba como á una señora; se estremecía á mi lado, se ponía pálido. Me retuvo en sus brazos en la barca; y luego, siempre en sus brazos, me subió á la galera.
19 Entonces David subió, conforme a la palabra de Gad que le había dicho en nombre del SE
Al cabo apareció. Paco, que venía muy fosco contra él, se quedó pasmado de la afabilidad, llaneza y dulzura de aquel elegante, cuyo igual o parecido no había visto jamás en su lugar; pero cuando subió de punto su pasmo fué cuando, después de referir precipitadamente lo ocurrido, notó el vivo interés y la emoción profunda que agitaban el alma del Conde y que se retrataban en su bello rostro.
Después del amanecer subió á la última cubierta, paseando cerca del puente de mando para poder hablar con alguno de los oficiales. Encontró á uno que no se parecía en nada al que había visto durante su ensueño, ocupando juntos el mismo bote cuando abandonaron el buque próximo á hundirse.
No te arrepentirás. Julia no había mentido. La berlina bajaba echando chispas por la Plaza de las Cortes. El cochero, al ver a la niñera, detuvo; abrió Cristeta desde dentro la portezuela y subió la chica con el nene. <tb>
A la una de la madrugada subió la escalera del hotel, sorprendiéndose al ver una raya de luz por debajo de la puerta de su cuarto. Entró.... Ella le aguardaba leyendo, tranquila y sonriente. Su rostro, refrescado y retocado con juveniles colores, no guardaba ninguna huella del furioso crispamiento que lo había ensombrecido horas antes. Estaba vestida con su pijama hombruno.
Palabra del Dia
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