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Actualizado: 18 de junio de 2025


El Estado moderno, vanidoso y absorbente, quiere tener la prioridad sobre el baptisterio, obligando a que los súbditos recién llegados al mundo sean inscriptos en sus registros antes de acercarlos a la santa pila para señalarlos con la sal y los óleos.

Te repito que no lo he visto. Los europeos son nuestros enemigos. Yo no he sido nunca enemigo tuyo. quieres engañarme; pero eres mío, y serás mi esclavo, o te entregaré a mis súbditos para que te coman. Estás borracho, papú dijo el Capitán, que iba perdiendo la calma . ¿Qué historia es ésa que me cuentas? ¿Qué hacéis en este bosque?

Tiene usted razón, señora, y mis palabras se asemejan a una tontería. No obstante, escuche usted. En Argelia, el ganado de los árabes es generalmente tísico. Los rebaños están mal cuidados, pasan las noches al relente y enferman del pecho. Nuestros súbditos musulmanes no se sirven para nada del veterinario; dejan a Mahoma el cuidado de curar a sus vacas y a sus bueyes.

Véase, pues, con cuánta imparcialidad reconozco que apenas hay potencia, incluso España, que no adolezca de esta manía de reclamar exageradamente en favor de sus súbditos, establecidos ó de paso, en país extranjero, aunque cristiano y civilizado como aquel de que son naturales.

Las muchedumbres dejaron de matarse y colgaron las armas gracias a la feliz gestión casamentera de un canciller, que resolvió una vasta y pavorosa tragedia tramando una boda oportuna que acabó con el rencor de dos monarquías y de sus leales súbditos.

En lugar de aceptar la mano que le tendía, se levantó con un gesto lleno de dignidad y de dolor, que puso además de relieve toda la opulencia de su cuerpo, y se dirigió hacia la puerta sin volver la cabeza, como una reina ultrajada por el último de sus súbditos. El viejo cayó en el lazo. Corrió hacia ella y balbuceó algunas palabras de excusa.

¿Y qué váis á ser vosotros? ¿Pecheros, leñadores? ¡No, arqueros! dijeron ambos á una voz. ¡Bien contestado, granujas! Ya se echa de ver que vuestro padre es de los míos. Pero ¿qué haréis cuando seáis soldados? Matar escoceses, dijo el chiquitín frunciendo el ceño. ¡Acabáramos! ¿Y qué entuerto os han hecho los pobres súbditos del rey Roberto?

Á la conclusión de éste, sin embargo, comienza á nublarse algún tanto el brillo y la gloria del pueblo español, que tan esplendentes fueron en el reinado de los Reyes Católicos y del emperador Carlos V. Felipe II fué el primero de aquella larga serie de monarcas, que disminuyeron el bienestar de sus súbditos con su política estrecha y absurda.

El Príncipe de la China es por sus virtudes, talento y hermosura, el favorito del rey de los genios, el cual le ha salvado mil veces de las asechanzas que el Kan de Tartaria ponía contra su vida. Viendo el Kan que le era imposible matarle, determinó valerse de un encanto para tenerle lejos de sus súbditos y reinar en lugar suyo en el celeste imperio.

Aparece después un secretario, que intenta convencer al príncipe de lo opuesto, que es á la dicha de sus súbditos, su casamiento con una dama de rango inferior, y de la necesidad de anularlo. A este diálogo sigue un coro de doncellas de Coimbra, que celebra el poder del amor. Acto segundo: Los ministros Pacheco y Coello aconsejan al rey Alonso que mande matar á Inés.

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