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Sin duda tiene nuevo galán y con él es con quien me amenaza. Yo me río. Morirá a mis manos como Arturito ha muerto. Sosiéguese usted dijo Madame Duval con mucho reposo . No es amenaza sino aviso lo que da mi señora. Ella dista mucho de tener nuevo galán. Créame usted. Hablo sinceramente. Mi señora se ha entrado por la devoción y lleva camino de ser una santa.

-Sería algún villano -dijo doña Rodríguez, la dueña-, que si él fuera hidalgo y bien nacido, él las pusiera sobre el cuerno de la luna. -Agora bien -dijo la duquesa-, no haya más: calle doña Rodríguez y sosiéguese el señor Panza, y quédese a mi cargo el regalo del rucio; que, por ser alhaja de Sancho, le pondré yo sobre las niñas de mis ojos.

No deseo más que oir otra vez aquello de las palomas, que me ha hecho mucha gracia. ¡Yo no lo he escrito! exclamó con angustia el hijo del Perinolo. ¿De veras no lo has escrito, guapo?... ¡Pues para cuando lo escribas! Y descargó una bofetada en la pálida mejilla del redactor. ¡Sosiéguese usted, don Benigno! exclamó el desdichado retrocediendo, y extendiendo hacia adelante las manos.

Porque puede usted creerme, y se lo juraría si fuese lícito jurar: bien sabe Dios que la tal mujer hasta me es aborrecible, y que no le habré mirado a la cara media docena de veces desde que estoy en los Pazos. No, pues a la cara se le puede mirar, que la tiene como una rosa.... Ea, sosiéguese: a se me figura que nadie piensa mal de usted con Sabel.

Viendo Sancho que sacaba tan malas veras de sus burlas, con temor de que su amo no pasase adelante en ellas, con mucha humildad le dijo: -Sosiéguese vuestra merced; que, por Dios, que me burlo.

Nada contesta: soy yo, a quien no conoce; no quería irme a mi casa sin darle a usted las buenas noches. ¡Bribón! ¡insolente! Si bajo... A ver cómo baja usted, baje usted: usted perdería más: figúrese usted dónde estaré yo cuando usted llegue a la calle. Conque buenas noches: sosiéguese usted, y que usted descanse.

Yo soy tu padre, Gonzalo, y debo padecer contigo... Además, mi presencia hacía falta... Me han dicho que vas a batirte con ese... ¡con ese pirata! ¿Es verdad? No... por ahora no hay nada respondió el joven con alguna vacilación. ¡No me engañes, Gonzalo! Ese desafío no puede realizarse. Vengo resuelto a impedirlo. No hay nada, tío. Sosiéguese usted. Es inútil que me engañes.

D. César, que era muy violento y celoso de su honra, no hubiera sabido contenerse y hubiera caído sobre el forastero, si ambos frailes, cada uno de un lado, no le contienen. El galán con voz reposada y serena dijo entonces: Sosiéguese mi Sr. D. César y no tome a mal que me presente tan a deshora.

¡Va a estallarme la frente! ¡Madre, por Dios! sosiéguese usted. Nunca la he visto así... ¿Pero qué pasa? ¿qué pasa?... Todo es calumnia.... ¡Y qué pronto... qué pronto... la han urdido! ¡Qué Brigadiera ni qué señoronas... si no hay nada de eso... si yo le juro que no es eso... si no hay nada! No tienes corazón, Fermo, no tienes corazón. Señora, ve usted lo que no hay... yo le aseguro....

Y rompió a sollozar perdidamente murmurando frases ininteligibles. El prelado se inclinó hacia ella y le habló con dulzura. Sosiéguese usted, hija mía. Sosiéguese usted y aprenda que un sucesor de los Apóstoles no puede sentir prevención ni odio. Si usted ha pecado, pida la absolución a su confesor.