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Actualizado: 26 de junio de 2025
Y cansado por tantos esfuerzos y sorpresas, don Fermín dejó caer la cabeza sobre el sobado reps azul del testero y en aquel rincón obscuro del coche, ocultando el rostro en las manos que ardían, lloró como un niño, sin vergüenza de aquellas lágrimas de que él solo sabría. No estaba don Víctor en casa. El Magistral estuvo en el caserón de los Ozores desde las siete hasta más de las ocho y media.
Algunas veces perdía el sonriente aplomo de su amoralidad; parecía dudar con cierto miedo, pero después seguía adelante con mayor ímpetu, guiada por sus impulsos. Y esta criatura bella e inconsciente, sin más regla de voluntad que el instinto, venía de pronto hacia él por un capricho inexplicable. ¡Dulces sorpresas de la existencia!... No era posible dudar.
¡Lo que es la ignoransia! decía con asombro a su apoderado . ¡Y yo que creía que too esto sólo era güeno pa los conventos!... ¡Lo que paese que lo apresia esta gente! Arriba encendíanse a su paso los globos de luz eléctrica, mientras en los cristales de las ventanas brillaban todavía los últimos resplandores de la tarde. Gallardo experimentó nuevas sorpresas.
El joven sintió lo que nosotros no nos atrevemos á describir por temor de que nuestra descripción sea insuficiente; era aquella una de esas agudas sorpresas, que trastornan, aplanan, por decirlo así, causan una revolución poderosa en quien las experimenta. Don Juan vaciló, y para sostenerse apoyó sus manos y su frente en la repisa de piedra del nicho de la imagen.
Pero le inspiró una repugnancia invencible este cuerpo abundante en seducciones: tuvo miedo á su contacto; quiso huir de las sorpresas eléctricas de su carne... Además, él no iba á maltratarla á cada encuentro, como un bellaco profesional de los que mezclan el amor y los golpes. Recordaba con tristeza sus violencias de Barcelona.
Un resplandor de oro, de piedras preciosas, de objetos de gran brillo, que aun parecían más esplendorosos en este ambiente de miseria, hirió los ojos del asombrado Maltrana. El tesoro era cierto. ¡Vive Dios! La realidad tenía sorpresas de cuento fantástico. El joven pensó por un instante en las novelas de portentosas aventuras leídas en su juventud. La vieja se gozaba en el asombro del nieto.
Gracias a una de estas sorpresas, y secundado con energía por algunos muchachos, que al verle tan asiduo en la asistencia le respetaban ya como un sabio en ciernes, consiguió Miguel ser secretario tercero de la junta directiva, encargado del alumbrado y calefacción.
Poeta genuino, que sacaba de los espectáculos que veía en sí mismo, y de los dolores y sorpresas de su espíritu, unos versos extraños, adoloridos y profundos, que parecían dagas arrancadas de su propio pecho, padecía de esa necesidad de la belleza que como un marchamo ardiente, señala a los escogidos del canto.
Ya me extrañaba yo que hisiésemos er viaje sin sorpresas. ¡Pero camará, que no haya medio de librarse de esa gente!... Cambió algunas palabras en alemán con el primer oficial y luego gritó a unos camareros españoles que estaban al servicio de «los latinos»: A ve esos güenos mozos; ¡tráiganlos pa acá!
El cuerpo inferior, el más grande y fuerte, era de grandes bloques de pedernal labrado, con pocas ventanas, y éstas pequeñas y profundas como saeteras: una verdadera muralla para vivir á cubierto de sorpresas y asedios.
Palabra del Dia
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