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Actualizado: 25 de junio de 2025


Entonces toma la actitud que le es habitual cuando canta; cruza las manos sobre las rodillas y fija la vista a lo lejos, en dirección al palomar. ¡Qué vamos a cantar? pregunta. «¡Ay! ¿cómo es posible eso?...» propone Juan. Ella menea la cabeza. Nada que hable de amor dice con sequedad. ¡Es siempre tan estúpido! El le dirige una mirada sorprendida.

Un día, con el alma llena de esta belleza plástica que nadie mejor que él podía apreciar, le propuso, no sin ruborizarse, que le dejase tomar apuntes de uno de sus brazos. Carlota le miró risueña y sorprendida, y le entregó su hermoso brazo para que lo copiase. Quiso inmediatamente modelar la cabeza, el pecho, la espalda.

Juanita, más sorprendida que asustada, abría mucho los ojos y no sabía qué responder ni qué pensar de todo aquello. Seguía silenciosa y sólo decía para : «¿Qué monstruo será este que, según doña Inés, trata de devorarme? ¿Sabrá ella que don Andrés me persigue y me solicita, y le llamará por eso monstruo e infame bestia?

Las enseñanzas de la historia son letra muerta para muchos murmuró la abuela... Es curioso añadió, el ver cuántas personas inteligentes hay entre nosotros a quienes la historia no ha enseñado nada. ¡Aprender!... Esa es toda la filosofía de la vida, abuela querida... Pides demasiado. La abuela, sorprendida, me miró atentamente.

Cristeta estaba muy acostumbrada a oír elogiar sus encantos corporales; pero no le sucedía lo mismo respecto de sus facultades artísticas y, sorprendida por la última frase de don Juan, repuso con más sinceridad que amor propio: Pues qué, ¿cree usted que yo sirvo para otra cosa?

Y en menos de dos minutos fue por ellos y los trajo, mostrándose muy sorprendida de que los vivos colores del diploma apareciesen desteñidos en algunos sitios como por gotas de agua. El niño se puso muy encarnado y no dijo una palabra: sus lágrimas de la noche anterior eran la causa de aquellas manchas.

La edad del prócer y la de su esposa parecía alejar todo motivo de celos. Sin embargo, «aquellas mojigangas iban picando ya en historia». Un día, hallándose a solas con Cecilia, le preguntó de pronto bruscamente: Vamos a ver, Cecilia, ¿a ti qué te parece de la intimidad que va adquiriendo mi mujer con el Duque? La joven quedó sorprendida.

No, no me querrás... Dame un beso ahora... Después que te lo diga, no me darás ningún otro... Lolita se manifestó sorprendida, pero le dio algunos besos sonoros.

Y como la joven le mirase sorprendida, su hermana añadió tímidamente: Mamá se lo está comunicando en este momento a papá. La cara de Presentación expresó un gozo sincero. ¿Es de veras? ¡Cuánto me alegro, hermana de mi alma! exclamó levantándose y abrazándola con efusión. ¡Toma un beso, toma dos, toma veinte!... Sea enhorabuena.

La criada se reía sorprendida de aquel buen humor. Es más sabroso que el nuestro. Si no fuera que ya está un poco duro... Se sacudió las migajas con la mano, volvió a arreglarse las gafas y después de beber un trago de agua porque también el vino estaba cerrado, se partió en dirección al ayuntamiento. El reloj del edificio señalaba las diez.

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