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Actualizado: 9 de julio de 2025
Aquel examen lo persuadió de que el anciano estaba muerto, muerto desde hacía algún rato, porque sus miembros estaban rígidos. Silas se preguntó si no se habría dormido y miró el reloj; eran ya las cuatro de la mañana. ¿Cómo era que William no había ido? Lleno de inquietud fue a buscar socorro. Muy luego, varios amigos, y entre ellos el pastor, se encontraron reunidos en la casa.
No podía probar ese derecho, la única prueba estaba en poder de sus enemigos y a la menor sospecha destruirían infaliblemente ese testimonio. ¿Huiría sola del castillo? ¿Correría horas enteras a través de los bosques, para invocar el socorro de Federico? ¿Quién le indicaría el camino? ¿Y qué podría hacer aquel joven más que ella? La inutilidad de sus meditaciones le arrancaba penosos suspiros.
Vieron todos que se le descomponían horrorosamente las facciones, los ojos se le salían del casco, la boca se aproximaba a una de las orejas... Alzó los brazos, exhaló un ¡ay! angustioso, y se desplomó de golpe. A la caída de su cuerpo se estremeció de arriba abajo toda la endeble escalera. Subiéronle entre cuatro a la casa para prestarle socorro, que ya no necesitaba el infeliz.
Don Fernando despartió al cuadrillero y a don Quijote, y, con gusto de entrambos, les desenclavijó las manos, que el uno en el collar del sayo del uno, y el otro en la garganta del otro, bien asidas tenían; pero no por esto cesaban los cuadrilleros de pedir su preso, y que les ayudasen a dársele atado y entregado a toda su voluntad, porque así convenía al servicio del rey y de la Santa Hermandad, de cuya parte de nuevo les pedían socorro y favor para hacer aquella prisión de aquel robador y salteador de sendas y de carreras.
Tomó entonces en brazos a Magdalena y corriendo como un loco la llevó a su aposento, la depositó jadeante y afónica sobre el lecho y tiró con todas sus fuerzas del cordón de la campanilla en demanda de socorro.
Y como yo también tenía más ganas de asustarle que de herirle, aquella a modo de danza, duraba ya demasiado y se hubiera hecho interminable, a no ser por los gritos que daba doña Marcela pidiendo socorro. »Los gritos no fueron inútiles.
Maxi contestó con la misma risa insana y delirante; viendo lo cual el polizonte, apretó la zarpa, como expresión de los rigores que la justicia humana debe emplear con los criminales. «¿Y el agresor?». ¡Machacárselo!... Llegó a la Casa de Socorro, ya con una procesión de gente tras sí.
Acudió el propio Frasquito con el socorro del agua, y D. Romualdo, en cuanto la señora bebió y se repuso de su emoción, dijo al desmedrado caballero: «Si no me equivoco, tengo el honor de hablar con D. Francisco Ponte Delgado... natural de Algeciras... Por muchos años. ¿Es usted primo en tercer grado de Rafael Antrines, de cuyo fallecimiento tendrá noticia?
Despues para tomar venganza i satisfaccion de los fenicios por haber dado socorro á los de Tiro, cuando él los apretaba con un porfiado cerco, entró en las tierras de España, sujetó á sus habitadores i dejó en ellas gran número de judíos que caminaban con su ejército: los cuales echaron los fundamentos de Toledo, Sevilla i otras antiquisimas ciudades.
No se ha perdido mucho respondió la otra; una morenilla bastante fresca. Con todo, caballero, la muerte es siempre alguna cosa, ¿no es verdad? Creí que debía apoyar ese sencillo sentimiento y añadí que aquella muerte era triste a causa de los niños. ¡Bah! Para el socorro y los buenos consejos que les daba respondió la morena, puede que sea mejor que esté donde está.
Palabra del Dia
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