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Actualizado: 19 de mayo de 2025
Como la perdida de mi sobrina fue del teatro, y yo andaba metido siempre entre bastidores, ese señor cree que yo debo saber algo de tales negocios... Yo le he dicho a todo que sí. Tú me pondrás al corriente de ciertas cosas. Lo principal es que nos ponemos las botas..., y mientras dura... vida y dulzura. Te azvierto que yo no vuelvo al coro... Quiero ser parte, y tres duros.
Vamos, señora Bonnivet dijo bruscamente a la tía, que entraba en aquel momento en el gabinete; ayude usted a vestir a su sobrina; póngala lo que tenga más elegante, más nuevo y más rico. Gracias al Cielo y al señor Conde, no le faltan trajes lindísimos. Bien, bien; despáchese, que tenemos prisa.
De haberle prestado, tal vez se le apaciguase a don Quintín el odio que le profesaba; pero aquella descortés negativa recrudeció hasta lo indecible sus antiguos deseos de venganza. «¡Habrá tío marrano se decía , que me da de almorzar vino agrio y patatas negras; me propone que le ayude a engatusar a mi pobre sobrina, que al fin es mi sobrina, y ahora me niega cuarenta miserables duros!»
A las once llegábamos á Valladolid, y el buen cura y su sobrina se despidieron con la mayor amabilidad, dejándome un grato recuerdo de las ventajas de viajar en diligencia con los curas que tienen sobrinas.
Tenía entonces el corazón lleno de gratitud hacia la mujer hospitalaria que tan bien le había cuidado, pero ahora la encontraba mucho mejor y sus sentimientos se complicaban con un interés muy vivo por la encantadora persona que vivía con ella, y cuyo nombre no sabía siquiera. Desde que había conocido á la sobrina, amaba cien veces más á la señorita Guichard.
Andaba la casa alborotada; pero, con todo, comía la sobrina, brindaba el ama, y se regocijaba Sancho Panza; que esto del heredar algo borra o templa en el heredero la memoria de la pena que es razón que deje el muerto. En fin, llegó el último de don Quijote, después de recebidos todos los sacramentos, y después de haber abominado con muchas y eficaces razones de los libros de caballerías.
Es mejor que ni su mujer de usted ni yo nos encontremos con esas personas, ordinariamente un poco ... libres ... Ya ve usted que soy un poco exigente, aunque no lo parezca; mi pretensión se reduce á no separarme por completo de mi sobrina y gozar también un poco de vuestra dicha. Hubo un momento de silencio.
Si se enfada, puede desheredar á su sobrina, y entonces yo recobro la herencia ... ¡que vale la pena!... Así pues, debo mostrar un gran celo en estas circunstancias; todo hace creer que recibiré la recompensa con el tiempo." Durante este monólogo, se acercó al castillo.
Estas preguntas y estas respuestas respetuosas no cesaron hasta que se hubo averiguado que todos los Lammeter estaban en tan buena salud como de costumbre, lo mismo que los Osgood; además, la sobrina Priscila debía seguramente de estar por llegar, y que no era muy agradable viajar a la grupa con tiempo de nieve, bien que una capa de viaje abrigara mucho.
Me encerraron en este convento..., luego vinieron esas señoras a decirme que era su sobrina..., me besaron..., lloraron mucho las dos...; luego dijeron que me iban a casar, y cuando les contesté: «Pues ya que me han puesto aquí, aquí he de quedarme toda la vida», ambas se afligieron mucho... Me visitan con frecuencia, acompañadas de un señor de edad, que me hace mil caricias y asegura quererme mucho; pero nunca he cedido a sus ruegos para salir.
Palabra del Dia
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