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Actualizado: 23 de junio de 2025
Al poco rato sus penosos ronquidos de borracho sonaron entre los verdes y erguidos tallos. Cuando despertó era ya bien entrada la tarde. Sentía pesadez en la cabeza y el estómago desfallecido. Le zumbaban los oídos, y en su boca empastada percibía un sabor horrible. ¿Qué hacía allí, cerca del huerto del judío? ¿Cómo había llegado tan lejos?
Veinticinco Säkerhets-Tandstikor, que es como si dijéramos veinticinco émulos de Cascante habían rozado el amorfo betún de la caja cuando sonaron las diez en el reloj de la cámara.
Varias veces instamos al teniente a que saliéramos a dominar a los amotinados, pero él nos contenía, diciendo: No, no; que vean que nos necesitan. Si no, en seguida se volverán a sublevar otra vez. Al quinto día nos sorprendió la agitación que había en cubierta; se oían gritos furiosos, voces iracundas.... Al anochecer, estaba yo de guardia cuando sonaron dos golpes suaves en la puerta.
Sonaron al fin verdaderamente las campanas de San Felipe. Dejó bruscamente el libro y abrió la puerta del cuarto de su doncella: ¡Genoveva, Genoveva! Ya estoy despierta, señorita. Levántate; ya tocan en San Felipe. En un abrir y cerrar de ojos se levantó, se vistió y apareció en el gabinete de su ama.
Además, conocía desde su niñez el poder de una pluma de caburé. ¡Viva el partido blanco! ¡Abajo Sepúlveda! ¡Mueran los colorados! Era el refuerzo enemigo que llegaba. Sonaron nuevos tiros en el fondo de las calles. Pasada la primera sorpresa, acudían las otras fuerzas del gobierno en socorro del cuartel. Esto se acabó. Hay que retirarse dijo Jaramillo.
El padre Aliaga pareció no haber oído la contestación del tío Manolillo. Sólo quiero ver á esa joven dijo para salir de una duda; y puesto que vos podéis mostrármela en palacio, á palacio voy. Y el padre Aliaga se levantó. En aquel momento sonaron pasos en el corredor. Al oírlos el bufón se levantó, y escuchó con atención.
De este modo siguieron hablando ambas hermanas hasta que sonaron las diez, hora en que solían acudir a la tertulia de los de San Teódulo.
Sí, antes que viniérais sonaron cuchilladas en la callejuela. ¡Ah! ¡ah! dijo para sí Calderón bajando las escaleras detrás del duque . ¡Cuchilladas junto al postigo de su excelencia, y su excelencia interesado en saber el fin de estas cuchilladas! ¡ah! ¿qué será esto? ¡Creo que este hombre, cuando me guarda secretos, desconfía de mí!
Cuando desmenuzando con la reflexión todas aquellas verosimilitudes y conjeturas cayó en la cuenta de que la suerte de Cristeta le preocupaba, y que además le entristecía la posibilidad de su perdición, experimentó una emoción indefinible. En el reloj del despacho sonaron las ocho de la mañana.
Iba calzada con medias rayadas y zapatos bajos, mostrando en cada movimiento las enaguas muy blancas. Sin que incurriese en desvergüenza ni descaro, su figura resultaba tan gallarda y airosa como encantador era su rostro. Se presentó en escena con los ojos turbados del miedo; pero en la segunda salida, al terminar una tirada de redondillas, sonaron unos cuantos aplausos y perdió el temor.
Palabra del Dia
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