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Actualizado: 19 de mayo de 2025


Dio cuerda a su velón, y apoyando los codos sobre la mesa intentó leer en las obras de Balmes, que le había prestado el cura de Naya, y en cuya lectura encontraba grato solaz su espíritu, prefiriendo el trato con tan simpática y persuasiva inteligencia a las honduras escolásticas de Prisco y San Severino.

Sebastián de Prado, á causa de su declamación excelente y de su hermosura personal, muy simpática al público, fué también estimado por sus buenas costumbres, y por su carácter distinguido en la vida privada. Sobresalía en la representación de papeles de primer galán ó amante, siendo su rival en ellos Antonio de Olmedo, hijo del otro Olmedo mencionado en el tomo anterior.

Gloria es muy graciosa y simpática. ¡Si viera qué bien bailaba de niña las seguidillas! Y ahora también. ¿Cómo ahora? preguntó con asombro. Entonces le expliqué de qué manera la había visto bailar en Marmolejo, lo cual celebró vivamente. Siempre ha sido muy resuelta y un poco aturdida... Si no fuera por ese carácter alegre que Dios le ha dado, ya estaría muerta hace tiempo...

Luego había aparecido Luisita, la llamada Chichí, que le contemplaba siempre con simpática curiosidad, como si quisiera enterarse bien de cómo es un hermano malo y adorable que aparta á las mujeres decentes del camino de la virtud y vive haciendo locuras.

Ambos bien parecidos, de fisonomía abierta y simpática, y tan jóvenes, que realmente parecían dos niños. Fueron saludando uno por uno a los tertulios. En todos los rostros se advertía el afecto protector que inspiraban. Aquí tienes a tu suegra, Emilio. ¡Qué encuentro tan desagradable! ¿verdad?... dijo Pepa al joven. Suegra, no; mamá ... mamá respondió éste apretándole la mano cariñosamente.

La señorita de Saint-Huruge es hoy demasiado vieja, y no piensa ya en casamientos: es hermana del célebre Saint-Huruge, aquel gran tribuno de los demagogos, que se hizo famoso en las revueltas de París. Fue un buen hombre que se entregó con entusiasmo a la causa de la Revolución. Ella es buena, piadosa y simpática.

Versos de Luís G. Ortiz, de Collado, de Roa Bárcena, de Sierra, de Segura, de Ipandro Acaico.... ¡Qué amable, qué simpática me parecía la unión de todos estos escritores, algunos contrarios en ideas políticas, todos amigos sinceros en literatura y en arte! Así debía ser, así me imaginé siempre la república literaria, sin odios, sin envidias, sin rencores.

Di, Homero: ¿qué has hecho de aquella muchacha tan simpática que llevabas del brazo?... ¿La encontraste en algún libro griego? ¿Era ática o beocia? Está en el hospital contestó Maltrana con los ojos llorosos. Su acento era tan triste, que impuso silencio a los alegres compañeros. Pasaba las noches en la redacción.

Entre las dos se lo arreglaban todo, callando cuando ella aparecía. Con esto se hizo más tímida, más humilde; no se atrevía a quejarse de las faltas de la criada; trabajaba cada día más en la casa, echando sobre , cuando podía, el trabajo de su hermana; hacía esfuerzos por aparecer amable y simpática como si estuviera en casa extraña. D.ª Carolina trataba a su yerno con más ceremonia.

En el comedor, y sentados a la mesa, estaban cuatro señores con los cuales cambié un ceremonioso saludo. Uno de ellos era hombre de unos cuarenta años, de fisonomía simpática, facciones correctas y barba castaña recortada. Supe después que se llamaba D. Alfredo Villa, nacido en Cádiz y comandante de infantería.

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