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Actualizado: 27 de mayo de 2025
Cien magníficas farolas alumbraban la plaza del arco del Triunfo; están encendidos todos los faroles que se extienden, en dos líneas simétricas, hasta el jardin de las Tullerías; veo á lo léjos tres variados grupos de luces, como si fuesen otras tantas hogueras: eran los tres cafés cantantes de los Campos Elíseos; veo tambien profusamente iluminada la puerta del baile de Mabille, del castillo de las flores.... Esto no es un paraje público, no es un paseo; es un teatro; más que un teatro, una especie de encantamiento.
Con frecuencia encontramos en Calderón tanto atildamiento artístico en la disposición de su plan, que el argumento de la obra nos parece una reunión de sumandos, y el poeta el operador que los junta en una suma total; todas las partes de este todo son tan pulidas y redondeadas, que se nos antojan proposiciones diversas de una argumentación escolástica para demostrar una tesis especial; las diversas escenas son de proporciones tan exactas y tan matemáticas, tan simétricas y paralelas, que las agrupaciones, bien calculadas, á la verdad, pero tan salientes de sus personajes, evocan en nosotros el recuerdo de pinturas decorativas; las figuras van y vienen con cierto paso de parada, como obedeciendo á la voz de mando del autor.
Le aplaudían como siempre, pero las demostraciones de entusiasmo eran más nutridas y calurosas en la parte de la sombra, donde los tendidos ofrecían filas simétricas de blancos sombreros, que en la parte del sol, viva y abigarrada, donde quedaban muchos en mangas de camisa bajo el chicharreo del calor solar. Gallardo adivinaba el peligro.
Encima un cielo purísimo y soberbio de luz y de belleza; y en el fondo del cuadro, hácia todos los lados de Valencia, la llanura mas primorosa del mundo la opulenta y renombrada Huerta de donde se exhalan los ricos perfumes del azahar, el jazmin y la rosa, de entre bosques interminables de naranjos ó limoneros que proyectan su oscuro follaje sobre campos de espigas, de simétricas moreras y viñedos, como sobre entables de caña dulce y plantaciones de algodon.
Por todas partes graciosos cortijos con vastas arboledas que orillan el camino ó deslindan las heredades; corrientes cristalinas y bulliciosas que parecen dejar con alegría las asperezas de la Sierra para ir de salto en salto á llevarle al Guadalquivir sus murmurios y sus perlas líquidas; extensos viñedos sobre las mas desnudas colinas y los cerros; innumerables plantaciones de hortalizas, cereales y semillas; considerables extensiones pobladas de hileras simétricas de olivos; árboles frutales á la vera de la ruta y en los alegres huertos; aquí un molino de olivas, allá unas vacas paciendo en el barbecho, cerca de la casita pintoresca; grupos de labradores sencillos y contentos, trabajando juntos hombres y mujeres, ancianos y niños; en todas partes verdura, aguas saltadoras, flores, un sol vivificante, sombras deliciosas, trabajo, actividad, robustez, vida, alegría y bienestar.
Hubo una serie sucesiva de años en que toda aquella historia tuvo una trágica monotonía desesperante: degüellos de poblaciones enteras, incendios y saqueos de ciudades, exterminio de sus habitantes sin perdón ni aun para niños ni ancianos, lucha incesante de los pueblos entre sí y contra los invasores comunes; tales son las simétricas y feroces alternativas de aquella historia.
En segundo término, hileras de casas á derecha é izquierda, simétricas en la forma, no en la direccion; despues un torreon colosal con jardin; luego la casa de la Ciudad con plaza extensa; por último, nuevas casas hasta la calle de San Antonio, la cual se prolonga hasta la plaza de la Bastilla. Esto es lo que se llama calle de Rívoli.
La gran huronera, desafiando al tiempo, permanece tan pesada, tan sombría, tan adusta como siempre. Ninguna innovación útil o bella se nota en su mueblaje, en su huerto, en sus tierras de cultivo. Los lobos del escudo de armas no se han amansado; el pino no echa renuevos; las mismas ondas simétricas de agua petrificada bañan los estribos de la puente señorial.
Por encima de esta confusión de formas disparatadas, Bonis dibujó rayas simétricas que imitaban muy bien la superficie del mar en calma, y sobre la línea más alta, la del horizonte, volvió a trazar una imagen de la noche, pero de noche serena, en mitad de cuyo cielo, atravesando cinco hileras de neblina tenue, las líneas del pentagrama, se elevaba suave, majestuosa y poética, la dulce luna llena: en su disco, elegantes curvas sinuosas decían: Serafina.
Palabra del Dia
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