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Actualizado: 13 de mayo de 2025
Yo os desafio a todos; aunque sienta que mi alma se me ausenta, os desafio a todos. No os seguire mientras que me quede un soplo de vida para luchar aunque sea con los demonios: si quereis arrancarme de aqui no lo conseguireis sino miembro por miembro.
Ahí vienen, precisamente dijo . Vamos a recibirlos. ¡Oh, la pipa! ¿no querréis volver a encontrarla, papá? agregó la joven recogiendo del suelo aquel aparato medicinal. No, querida mía respondió Silas . Basta por hoy. Me parece que fumar poco a la vez me sienta mejor que fumar mucho.
-No des en eso, Altisidora amiga -respondieron-, que sin duda la duquesa y cuantos hay en esa casa duermen, si no es el señor de tu corazón y el despertador de tu alma, porque ahora sentí que abría la ventana de la reja de su estancia, y sin duda debe de estar despierto; canta, lastimada mía, en tono bajo y suave al son de tu arpa, y, cuando la duquesa nos sienta, le echaremos la culpa al calor que hace.
Sólo el Mapono es el valido y el confidente, y es quien obra cosas extrañísimas. En cada Ranchería hay uno ó dos, y á veces más. Entra éste á recibir audiencia de los dioses y se sienta á la par con ellos. Propóneles sus dudas, oye los oráculos y las profecías y tal vez las oye también el pueblo, porque suelen hablar en voz muy alta.
Nunca la criatura humana se adherirá de más segura manera al cumplimiento del deber que cuando, además de sentirle como una imposición, le sienta estéticamente como una armonía. Nunca ella será más plenamente buena que cuando sepa, en las formas con que se manifieste activamente su virtud, respetar en los demás el sentimiento de lo hermoso.
Esto, explicado con el ingenuo candor que tan bien sienta en un bárbaro, pero que un griego hubiese considerado de sabor poco ático.
Quizá entonces, aunque culpable, sienta hacia mí el desprecio que debe inspirar quien, encargado en su casa de velar por la moral, transige cobardemente con el engaño y la deshonra. Seremos dos reos frente uno de otro.... y, así son las cosas de la vida, ella tendrá que ver en mí algo del juez.» Un momento después Lázaro entraba en el gabinete.
Mire usted, ha adelantado usted más en un momento, llenándome de improperios, que en tres meses de lisonjas. Usted dirá que es que me gusta que me den con la badila en los nudillos. Puede ser. Pero yo le digo que a ningún hombre le sienta mal una mijita de genio. ¿Sí? Pues aguárdese un poco, que voy a comenzar a insultarla a usted otra vez dije riendo. ¡No, no! exclamó ella, riendo también.
Tras esto seguí mi camino y me precipité como una tromba marina en el cuarto de Juno. ¡Mira! exclamé, girando con tanta rapidez sobre mí misma, que mi prima no podía ver más que un torbellino. Pero sosiégate, Reina me dijo ella con su calma de siempre. ¿Cuándo serás medida en tus movimientos? Sí, tu traje te sienta. Mira, qué piececito.
Si sobre mi sepulcro vieres brotar un día, entre la espesa yerba, sencilla humilde flor, acércala a tus labios y bésa el alma mía, y sienta yo en mi frente, bajo la tumba fría, de tu ternura el soplo, de tu hálito el calor.
Palabra del Dia
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