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Actualizado: 5 de junio de 2025
Sintiéndose morir, llamó a Valeria y le habló de este modo: No te hagas ilusiones dijo sonriendo con una serenidad que daba miedo; esto se acabó. Quiso su amiga interrumpirla gastando bromas y fingiendo esperanzas, mas ella continuó: Óyeme bien.
En cuanto llegaron y le dieron cuenta de las condiciones convenidas quedó repentinamente tranquilo y satisfecho. Se puso a charlar y bromear con sus amigos con una alegría y serenidad que éstos admiraron. Poco después se despidió no sin haber convenido con sus testigos la hora y el sitio en que debían verse.
Es más, cuando gracias a estos heroicos manejos se encontró medianamente tranquilo, tuvo serenidad bastante para decir a su vecina sin temblarle demasiado la voz: Es increíble el calor que aquí se desarrolla al llegar esta hora.
La madre, que vivía con este hijo soltero, había mostrado á última hora una serenidad asombrosa, después de llorar mucho en los días anteriores, cuando la guerra era todavía problemática. Ella misma preparó el equipaje del soldado, para que la pequeña maleta contuviese todo lo que es indispensable en la vida de campaña.
La nihilista contestaba al juez sin mirar a su cómplice. Sólo cuando el juez se dirigió a éste para preguntarle si todavía negaba, volvió la cabeza y clavó en él la vista. ¿Es o no su querida? repitió Ferpierre mientras los dos se miraban fijamente, la mujer con serenidad dominadora, el Príncipe titubeante y turbado. Por último, el joven inclinó la cabeza como si confesara.
Para el honor y para la gloria de esta empresa no hay grandes peligros, ya que el enemigo se mueve entre la espesura de los bosques, actuando por sorpresa, esquivando los combates; pero aunque los hubiera, este pueblo digno y heroico, que no sabe tolerar ultrajes á su honra, ahora como siempre, y ahora más que nunca, los arrostraría con la impetuosa serenidad de los que en los campos de Cuba, entre escombros humeantes, con su propia sangre, tiñeron las franja y el triángulo de la bandera de la patria.
Medía este corredor unos cuatro metros de anchura por otros tantos de elevación, estaba abovedado, y por los amplios arcos se esbozaba el encantador paisaje, que en las sombras de la noche, poseía una dulzura y serenidad poco comunes, perfumado el ambiente con las diversas plantas de aquellos climas.
A este prestigio de «punto» de fuerza, así como la serenidad con que abandonaba el dinero, hacía que le respetasen sus nuevos amigos, viendo en él un firme sostenedor del juego de la sociedad. La nueva pasión se apoderó rápidamente del espada.
Los temores de la madre no podían ser más fundados; pero había que cerrar los ojos y seguir adelante. Y adelante fue. Luz hizo su entrada en el mundo con la serenidad de quien nada teme en una región que no le interesa. Todo cuanto iba viendo le parecía natural y corriente, porque cuando allí lo ponían, allí debería de estar.
Modesto se distinguió allí por su valor y serenidad, en términos que mereció una cruz y los mayores elogios de sus jefes. Su nombre lució en La Gaceta como un meteoro, para hundirse después en la eterna oscuridad.
Palabra del Dia
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